Lo importante era volver a ganar

Sin jugar bien, y con un gol en contra, el santo aguantó el 1 a 0 y festejó. VIDEO

CAMBIO DE ROL. Alvarez, que debía formar sociedad con Vistonti en ofensiva, se terminó calzando la 10 de Martínez y fue el armador del santo. CAMBIO DE ROL. Alvarez, que debía formar sociedad con Vistonti en ofensiva, se terminó calzando la 10 de Martínez y fue el armador del "santo".
Leo Noli
Por Leo Noli 15 Marzo 2010
Esa pared del inicio entre Alvarez y Visconti con destino de gol (que no fue) motivó a la tribu a palpitar un domingo de fútbol, toques, fantasías y muchos goles. Todos de San Martín, para regocijo de la muchachada. Ferro, allá por los 20 minutos del primer tiempo, era sólo un actor de reparto de escaso fuste. Era imposible para la gente imaginar al "verde" vestido de verdugo y juez de una partida hecha a la medida del corazón "santo". Pero... algo pasó en el medio. Los porteños no vinieron de paseo por la ciudad ni por los Valles Calchaquíes.  
Entre tanto desarreglo futbolístico del dueño de casa, Abán, Zermattén y una par de lanceros más de Ferro complicaron bastante la tensa tarde del chiquilín Lencina, debutante absoluto en La Ciudadela bajo los tres palos del anfitrión.
Se había armado un partido de ida y vuelta. Los dos se arrimaban con intención de gol al área, aunque no lo hacían con recursos suficientes para llegar a la tierra prometida. Al final de cuentas, parecía un mano a mano de puro cachetazo. Perdía el que primero  se dormía.
Fue en ese momento cuando "Colo" Nievas Escobar se disfrazó de Elvio Martínez, gambeteó a dos volantes como si fuera natural en él, levantó la vista y vio a Montero pidiendo el pase. Generoso, "Miguelito" abrió la cancha mientras Gastón buscaba en el horizonte dónde colocar el centro. Con seguridad, "Tato" no habrá querido apuntarle a Chimino, pero qué va. Lo mismo el público desgarró sus gargantas. Que el tiro le salió por la culata a Montero es verdad, pero el rebote fue imposible de cazar para Etulain. Gracias a una carambola justiciera, San Martín se puso arriba en la marquesina. Y en cierta forma, merecía ganar.
Todo lo contrario al segundo tiempo. En vez de convertirse en el ángel de la consagración, el "santo" fue un demonio. No hizo nada como la gente, se tiró atrás a cuidar la quinta y Ferro se adueñó de la pelota, del partido y de todas las acciones de riesgo.
Hubo un par de contras para el dueño de casa, aunque siempre fueron mal resueltas por los comensales involucrados. La única linda fue una bomba al ras del piso de Brandán que Etulain mandó al córner.
Después, la marea "verde" tuvo todo para empatar y no lo hizo por dos motivos. El primero, porque sus hombres no supieron cómo; y en la última, la del milagro, Lencina estiró bien las manos y mató a Abán.

Un arquero con buen futuro
Lencina alternó buenas decisiones con malas. Se nota que tiene buen futuro, pero deberá mejorar y mucho cuando salga a cortar envíos aéreos. Eso sí: ayer demostró que le sobran reflejos para tirarse al piso. Abán  puede dar fe de ello.

Desparecido en acción
Elvio Martínez no levanta cabeza en San Martín y se nota que el equipo lo necesita. El "10" no pudo meter un pase como la gente y hasta falló toques cortos.   Alvarez debió ocuparse de la función de armador y no de los goles, que son lo suyo.

El triunfo sirve para motivar
Nadie podrá decir que los "santos" jugaron bien y que ganaron por eso. Lo que sí podrá recordarse es el esfuerzo de los jugadores para ir al frente y buscar desnivelar. Falta juego asociado y un armador que mueva las fichas.

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