
RUBIAS Y MOROCHAS. Las chicas se preparan para cumplir con el rito obligado de ingresar al mar. TELAM

La juventud tucumana que se apostó en las playas de Mar del Plata vive cada jornada a pleno. Con un pronóstico del tiempo favorable para quienes desean tostarse a la luz del sol, La Feliz registrará hoy una máxima de 26 grados.
"Nos despertamos con mucha fiaca a las 15 aproximadamente. Antes es imposible. No te das una idea lo que es sentir en el cuerpo el sol que se filtra por la ventana del departamento mientras estás acostado en la cama. Lo primero que hacemos es tomarnos dos Nesquik cada uno, calentamos un poco de arroz que sobró de anoche y lo comemos antes de salir a la playa". Esto cuenta, sonriente, Bruno Veglia mientras dialoga con LA GACETA a través de su teléfono celular. La boca seca, el rostro dormido y la garganta disfónica de tanto gritar no le impiden disfrutar de unas breves vacaciones junto a su amigo Héctor Solórzano.
Los dos tucumanos priorizan la fiesta y la sana ociosidad en vez de un buen almuerzo. "Comemos fideos, arroz y, muy de vez en cuando, un bife. Nadie quiere cocinar. A las 17 nos vamos a la playa, llevamos la guitarra y el bongó. Los porrones los cargamos en la heladerita y nos acostamos en la arena, como si marcáramos nuestro territorio. Las chicas se acercan a escuchar nuestro repertorio de canciones, les fascina el reggae. Acá aprendí a tocar el bongó", agrega el veraneante de 21 años.
Mucha gente se apresuró ayer por la mañana para ir a los balnearios y disfrutar de las templadas temperaturas antes de que lleguen las lluvias que pronostica el Servicio Meteorológico Nacional. A pesar de que el organismo adelanta para los próximos días nubosidad variable y probabilidad de precipitaciones, los tucumanos parecen no tener problemas.
"A las 20 se arma la fiesta en la playa; el que quiere se prende. Yo personalmente prefiero ir al gimnasio con uno de mis amigos. Hacemos la previa en el departamento y despues nos vamos a la calle Alem, en donde están todos los pubs. Ahí buscamos descuentos para los boliches. A veces no volvemos a dormir a nuestro departamento: hay muchas rubias preciosas", asegura Solórzano, antes de despedirse.
Vacaciones en familia
Sin embargo existe otra alternativa de viaje igual de divertida. Viajar con papá y mamá supone mayores comodidades. "Me levanto a las 13. Puedo haber tenido una noche violenta, pero mis viejos me despiertan igual. Como algo liviano, un sándwich de ternera y queso, y después me voy a la playa con mis hermanas", explica Gonzalo Aramburu, de 22 años, otro tucumano que eligió los balnearios marplatenses para veranear junto a sus padres.
"No sé de dónde me salen las fuerzas pero me voy corriendo a la playa. Me recuesto en la arena y me tomo unos daiquiris. Hoy (por ayer) no había una nube en cielo, parecía el paraíso. Escucho Los Cafres toda la tarde. A las 19 jugamos un partidito de fútbol, después nos arrojarmos al mar para desintoxicarnos de tanta joda", añade y se convence de que "en Mardel no hay límites". "Ayer, por ejemplo, me hice amigo de un policía y nos fuimos a tomar unas birras. Creo que estoy vacacionando en el mejor lugar para la juventud. Ni te cuento de las morochas bronceadas que se ve acá", concluye.
Instinto femenino
Las mujeres no quedan exentas de la cuestión. Ellas se divierten a su manera. "La mujer se levanta más temprano, tipo 11 o 12. En la playa tratamos de conocer nuevos amigos. Somos nueve chicas y para bañarnos lo hacemos por tandas. Anoche perdí las ojotas en un balneario y caminé 20 kilometros hasta llegar al departamento; pero no me importa porque es parte de la aventura". Esto dice Johana A. Calviño, mientras se prepara para salir a bailar con sus amigas a los boliches de la ciudad.







