

"La quise despertar y no pudo. No sé que le pasó". Mónica Pereyra le dijo esto a los médicos que el martes a la mañana recibieron a su hijastra Luciana Lugones, de siete años, en el hospital de Monteros. La pequeña había llegado sin vida. Como no se sabían las causas del deceso, se ordenó que se practicara una autopsia en el cadáver de la pequeña y el resultado de la pericia causó consternación en los vecinos de Acheral: a Luciana la habían estrangulado. Ante esto, la fiscala Cecilia Tasquer, del Centro Judicial Concepción, ordenó la aprehensión de Pereyra, que tiene 19 años, y del padre de la nena, Rubén Lugones, de 26. Ambos fueron arrestados ayer, durante el velatorio, y declararán hoy, aunque Lugones le dijo a la Policía que cuando él salió de su casa, la niña estaba bien, y que incluso le había dado un beso de despedida.







