"Feliz... es lo mejor de la vida", sonríe Cynthia Noemí Soria con sus ojitos que se le hacen más rasgados, cuando le preguntan cómo fue su vida escolar, que concluyó ayer, cuando recibió su diploma del secundario en el Colegio San José de Calasanz.
Como a otras personas que han nacido con síndrome de Down, Cynthia (de 20 años) pudo terminar el secundario porque los docentes adaptaron todos los contenidos para que pudiera estudiar sin problemas; y porque tuvo el apoyo incondicional de su familia, de sus maestros, de sus compañeros.. y de las nuevas tecnologías. Gracias a la informática, la joven pudo cumplir con todas las tareas o trabajos prácticos que le exigían en el colegio. "La secundaria está atravesada por muchos obstáculos, porque cada materia tiene sus especificidades, y Cynthia debía sortear también dificultades como cualquier alumno, con el agregado de que para ella los contenidos básicos fueron rediseñados, para que pudiera acceder a ellos sin mayores problemas", contaron las docentes Silvia Saavedra y Virginia Cedamanos, quienes la acompañaron durante la entrevista con LA GACETA.
Cynthia quería dar su testimonio para que los chicos que tienen algún tipo de discapacidad sepan que, en la vida, "si uno pone ganas, muchas ganas, todo se puede".
Las docentes explicaron que, por ejemplo, como Cynthia tiene problemas para trabajar en el espacio acotado de una carpeta, a todos sus trabajos los presentaba escritos con la computadora.
-Me dicen que te gusta chatear...
- Al comienzo iba a un ciber a jugar y a chatear con mis compañeras o con mis amigas. Después me gustó internet, y me compraron la computadora. Ahí hago todo, y estudio.
Autonomía
La joven repartió sus años de primaria entre una escuela pública -República del Paraguay- y el Colegio Monserrat, y la pasó muy bien. Cuando empezó la secundaria, su mamá seguía llevándola al colegio. Pero un buen día, ella pidió ir sola, aunque en realidad, sus compañeros la acompañaban varias cuadras hasta llegar a casa.
Desde noviembre realiza una pasantía en el Prodis, un programa de la UNT que, entre otras actividades, ofrece capacitación laboral para discapacitados. Allí aprendió a diseñar y a hacer carpetas, cuadernillos y programas para los congresos y seminarios que se organizan en el ámbito universitario.
"Cynthia es una persona solidaria. La materia que más le gustó hacer este año en el colegio es el Proyecto de Interés Sociocomunitario con el cual se comprometió absolutamente" , dijo Cedamanos.
Voluntaria
El proyecto institucional se realiza en el centro comunitario "Gotitas de Amor", de Villa Carmela, donde los alumnos del Calasanz hacen talleres con los niños de tres a 12 años.
Cynthia les enseñó a hacer el cotillón de Navidad. "Uso cartón y brillantina. A ellos les gusta trabajar con las manos como a mí", confiesa. También les enseña a lavarse las manos y a cepillarse los dientes. "Muchos chicos nunca han usado un cepillo", dijo.
De repente, cambia de tema y vuelve a su vida diaria, y los ojos rasgados se le rasgan más aún, cuando le cuenta a la cronista: "ya tengo mi vestido para la fiesta de graduación, es azul Francia".