¿Qué cambió con los atentados ?

¿Qué cambió con los atentados ?

Por Fernando López-Alves. Para LA GACETA - Santa Bárbara (California - EEUU)

06 Septiembre 2009
Una tarde de noviembre de 2002, caminaba por un pasillo del hotel Hilton, en Washington, junto a un alto funcionario de la Casa Blanca, minutos después de salir de una reunión con miembros del Departamento de Estado. "Uno de los objetivos que tenemos -me dijo- es crear a nivel nacional una conciencia de que no somos solamente un país poderoso: somos realmente el nuevo superpoder que dirige el mundo". Días antes de oír esa frase había escuchado otra, que me había impactado, de boca de Paul Sweeth, un viejo asesor del Partido Demócrata. "Si no dominamos militarmente a nivel global, el país y el mundo serán lugares mucho peores para vivir", afirmó y yo le pregunté si recordaba otra coyuntura en la que los republicanos y sus copartidarios hubiesen tenido ideas tan parecidas al respecto. "Nunca tanto como ahora", me contestó en las postrimerías de un año en el que el presupuesto militar llegaría a los 329.000 millones de dólares y en que una encuesta de Gallup  arrojaba que el 76% de los norteamericanos experimentaba una gran confianza en sus fuerzas armadas y que un porcentaje prácticamente igual de ciudadanos desconfiaba de una institución republicana como el Congreso.
Lo que ocurrió a partir del 11 de setiembre es que se arraigó una auténtica conciencia imperial en una población, como la norteamericana, que osciló históricamente entre el aislacionismo y el intervencionismo. Los atentados posibilitaron la puesta en marcha, a gran escala, de un proyecto de dominación global. Inmediatamente después del 11-S, la CIA presentó un plan denominado World Attack Matrix, que describía operaciones militares para combatir el terrorismo en más de 80 países simultáneamente.
Este viraje en la política exterior norteamericana, que implicaba el establecimiento de protectorados y de áreas de vigilancia, la reconstrucción de Estados, la promoción global de la democracia "a la americana" y el aumento del gasto militar (y del déficit) para mantener la unipolaridad, fue posible a raíz del impacto del 11 S en el imaginario norteamericano.
Las raíces de esta cosmovisión pueden rastrearse en el tiempo. Por ejemplo, en los documentos de la fundación neoconservadora Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, creada en 1997 y en la que participaron Jeff Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfield y Paul Wolfowitz, en el que se afirmaba que debía promoverse el liderazgo estadounidense en el sistema mundial y se justificaban las intervenciones preventivas. Pero eso no nos lleva, inexorablemente, a una hipótesis conspirativa. Pienso, por el contrario, que los atentados se produjeron, en gran medida, por la ineptitud y descoordinación de las agencias de inteligencia y de seguridad, propias de estructuras burocráticas artificialmente hipertrofiadas.
A siete años del 11-S, en medio de la crisis económica, del empantanamiento en Irak y Afganistán, y con la promesa (difícil de cumplir) de retiro de tropas hecha por el presidente Obama, no debemos pensar tanto en teorías que describen la realidad como una entidad urdida en un lugar oscuro y a la que no podemos modificar. En todo caso, debemos reflexionar acerca de que la democracia, los principios republicanos y los ideales de libertad, paz y justicia son frágiles y, sobre todo, necesitan de nuestro constante y activo cuidado para no desaparecer. © LA GACETA

Fernando López-Alves - Profesor de Estudios Globales de la Universidad de California, investigador de la Universidad de Princeton. Fue asesor de la Administración Clinton y del ex vicepresidente Al Gore.

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