¿El despertar o el fin de una nueva conciencia?

17 Agosto 2009
NUEVA YORK.- Los hippies de Woodstock querían cambiar el mundo con flores, drogas, paz y amor, pero los que terminaron transformados fueron ellos.
Para aquellos que asistieron al festival, se anunciaba el advenimiento de una nueva era: se definían como la Nación Woodstock.
Pero la euforia de ayer se convirtió hoy en resaca, porque 40 años después no queda claro si Woodstock logró cambiar algo.
La polémica sigue abierta entre los que sostienen que el encuentro fue el despertar de una nueva conciencia y los que consideran, en cambio, que se trató del final de una era de idealismo e inocencia, tras la cual el rock se transformó en el negocio millonario. En cualquier caso, está claro que el festival marcó un antes y un después en la historia de la música popular del siglo XX.
A un año como 1969 sólo le faltaba un festival de música que pasara a los anales de la historia. Y ese fue Woodstock.
Entre la llegada del hombre a la Luna, los asesinatos del clan Manson, la Guerra de Vietnam y las respectivas manifestaciones mundiales en contra, una cita musical consiguió que casi medio millón de jóvenes estadounidenses liderara durante tres días la contracultura de toda una década. Lo que hizo especial a este festival de música fue lo que significó: la culminación de un ícono que pregonaba la paz y el amor como forma de vida.
Hasta tal punto los hippies fueron objetivo mediático, que ocuparon la portada de la revista "Time" el 7 de julio de 1967 bajo el título "Los Hippies: La filosofía de una subcultura". Desde entonces, poco se volvió a ver en los medios de este colectivo.
Rich Hanley, profesor de periodismo de la Universidad Quinniplac, dice que el festival marcó en realidad el fin -y no el principio- de la revolución de los años 60 y la contracultura.
"En 1971, ya todo había terminado. Las protestas cesaron. La generación Woodstock salió a buscar trabajo y el trabajo puso fin a la diversión". Según Hanley, "los hippies ahora se convirtieron en republicanos, perdieron el pelo y cambiaron el consumo de LSD por el de Viagra". Wade Lawrence, director del museo de Woodstock de Bethel, dice que la generación de las flores no tuvo que esperar demasiado antes de volver a la realidad.
A pesar de las protestas pacifistas, las tropas siguieron peleando en Vietnam hasta 1973, y un año más tarde el escándalo de Watergate terminaba con la presidencia de Richard Nixon. Pero durante unos días ilusionó a toda una generación. (Especial)

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