Personajes que pueden hallarse a la vuelta de la esquina

Una puesta distinta. Eso es lo que se propone lograr el director Rafael Nofal con "La ópera de dos centavos". Por eso, ha elaborado una versión propia de este texto para adaptarla a las características del público actual, cuya duración se estima en una hora y 45 minutos. La versión original duraba alrededor de cuatro horas.
Las letras de las canciones han sido adaptadas por Roberto Buffo, quien es el responsable de la dirección musical. Alberto Lombana está a cargo de la escenografía y ambientación de este espectáculo. Según adelantó Lombana, se trata de un montaje dinámico, sin entreactos y que respeta los principios básicos del teatro épico, ya que Nofal es un especialista en el teatro del gran autor alemán. De hecho, con los mismos actores del Teatro Estable, Nofal montó "Galileo Galilei", también de Brecht.
Homenaje
Prácticamente todos los integrantes del Estable estarán en escena ya que se trata de un espectáculo  que se constituye en el homenaje central al Teatro Estable de la Provincia  por su medio siglo de actividad ininterrumpida en la escena local. Aún más: es el elenco oficial de mayor tiempo de actividad en todo el ámbito nacional.
La obra estrenó por primera vez en Tucumán el 25 de mayo de 1964, bajo la dirección de Boyce Díaz Ulloque, fundador del Teatro Universitario. Actuaron en aquella puesta los recordados Carlos Olivera, Rudy Lewin, María Angélica Robledo y Olga de Hynes O'Connor, entre otros. La dirección musical fue de Salvador Rimaudo y la escenografía de Julio César "Curro" Augier.
"Sin lugar a dudas 'La ópera de Dos Centavos' es el texto ideal para homenajear al Teatro Estable. Se trata de una obra potente, cargada de significados y de una indudable teatralidad, es uno de los grandes clásicos del siglo XX", dijo Nofal. Y agregó que en esta obra hay una suma de lenguajes casi apabullantes: canto coral y operístico, chispeantes diálogos teatrales, danza, guiños jazzísticos, juegos de clown y algunas referencias al expresionismo como punto de partida del teatro brechtiano. "Nada de esto ha sido soslayado en este montaje, lo que pone a prueba la capacidad de los actores que deben extremar sus recursos para que la burla certera y la ironía del texto fluyan sobre el escenario y se derramen sobre la platea cómplice de esos pícaros que, aunque aquí ambulen en un ambiguo Londres de los años 20, no son propios de una época o de un lugar determinados sino que podemos encontrarlos a la vuelta de cualquier esquina", sentenció.