Si no lideran proyectos colectivos, su fuerza y su representatividad serán escasas

Si no lideran proyectos colectivos, su fuerza y su representatividad serán escasas

Punto de vista. Por Juan Pablo Lichtmajer. Doctor en Ciencias Políticas. Rector de la Universidad San Pablo-T.

12 Abril 2009

Una definición tradicional describe a los partidos políticos como organizaciones cuyo fin es llegar al gobierno para administrar, multiplicar y distribuir lo que es de todos. Esto, claro está, a través del Estado.
Los partidos políticos siguen siendo hoy la forma más efectiva de llegar al gobierno. Sin embargo, es claro que atraviesan una profunda crisis en su rol de representantes de los deseos y de las demandas de la ciudadanía porque, hay que decirlo, la mayoría de la gente no participa de los partidos, salvo cuando le toca concurrir a votar.
Es un verdadero problema que los lugares donde se forjan los candidatos no sean habituales para la mayoría de los ciudadanos, que parece optar por otras formas de involucrarse en política. Por ejemplo, participando en campañas de distinto tipo, sumándose a protestas o manifestaciones ciudadanas a favor o en contra de cuestiones puntuales, fomentando el desarrollo social a través de ONGs y de otras organizaciones apartidarias.
La división entre los ámbitos de participación, el partido y el candidato debe tomarse muy en serio, pues atenta contra las definiciones estratégicas, ideológicas y de largo plazo que debe tener una sociedad. Y, sin esto, es imposible crecer en conjunto.

El peso de los partidos
Las agrupaciones políticas ocupan un lugar cada vez más instrumental, lo que prima es el candidato. Esto puede gustarnos o no, pero es así en el 90 % de los casos. Si los partidos han perdido peso sobre la gente y sobre los candidatos es porque su rol mediador entre la sociedad y el Estado está en crisis.
Debemos reconstruir la relación entre los candidatos y la sociedad, y para ello debemos transformar profundamente a los partidos políticos, tendiendo a inundar y si es necesario a desbordar sus espacios con otras formas de participación ciudadana.
No se me escapa que los individuos son fundamentales para liderar un proyecto político, pero si no lideran proyectos colectivos, su fuerza y su representatividad serán escasas y, a la larga, esto saldrá a la luz.
En política, participar ya significa, en alguna medida, haber ganado.

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