El despertar de un sueño profundo

El despertar de un sueño profundo

A la gente le cuesta asumir que asiste a un momento único en la historia de la economía, con sucesos que podrían concluir con la caída de países considerados superpotencias. Por Fernando García Soto - Redacción LA GACETA.

13 Octubre 2008

Como un remolón al que le cuesta despertarse luego de un profundo sueño, la población tucumana todavía parece no asimilar del todo la verdadera dimensión de la crisis financiera que se abate sobre los mercados del mundo. A la gente le cuesta asumir que asiste a un momento único en la historia de la economía, con sucesos que podrían concluir con la caída de países que durante décadas fueron considerados superpotencias. Lo más preocupante es que los efectos de la crisis aún no se perciben en toda su magnitud en nuestro país, ya que se estima que los efectos se presentarán con virulencia en no menos de dos meses.  
En un mar embravecido, la Argentina se asemeja a una endeble balsa a la deriva, con viejos problemas irresueltos que ahora se complementarán con las dificultades que surjan del plano externo. A caballo de la inflación, la caída de ingresos reales en las empresas y en las familias es un hecho de todos los días y de cualquier ámbito. Por cuerda separada, el malestar en el sector agropecuario es  creciente, y no trasciende más en los medios de comunicación porque el dramatismo de las noticias de la crisis mundial lo tapa todo, por el momento. El Gobierno nacional parece que espera la llegada de un huracán, sentado en una caja de explosivos cuya mecha está encendida.

Parálisis
Por el momento, y al menos hasta que el panorama interno y externo aclare un poco, todo parece haber quedado paralizado en la Argentina. Economistas afirman que en este momento el país dejó de crecer, pese a que se menciona una expansión de la economía de entre el 3% y el 4% para el año próximo. Será clave la evolución que siga la crisis internacional y la solvencia -o no- que muestre el Gobierno para contrarrestar sus efectos. Mientras tanto, la población se resiste a abandonar un modo de vida que parecía haberse asentado en los últimos años, como es el hecho de transitar la existencia con problemas que no están originados en la marcha de la economía. Por efecto del crecimiento de los últimos años, muchos se autoconvencieron de que las tradicionales dificultades que durante décadas azotaron a la Argentina habían desaparecido para nunca más volver. Pero políticas económicas desacertadas, que incluyeron un aumento exorbitante del gasto público y de los subsidios, y un pésimo manejo de la crisis ruralista, dejaron al país sin los anticuerpos necesarios para enfrentar los vaivenes externos.
El tucumano medio se siente aturdido por la catarata de informaciones sobre la crisis global y no sabe qué hacer con sus recursos. El aluvión de hechos de las últimas semanas no permite que el hombre común digiera lo básico para comprender el alcance del problema. Escucha que se dice que el crac financiero se asemeja al ocurrido en Estados Unidos en 1929, lo que lo obliga a entender primero la historia para tratar de comprender luego el presente. De pronto, un término muy de la economía, y más que nada de los ámbitos bursátiles, como "liquidez", ganó la calle y lo utiliza cualquiera que quiere transmitir la idea de "plata en mano". Entonces, no hay charla de café o de sobremesa en la que no surja la pregunta del millón: ¿qué se puede hacer con la plata? La respuesta más frecuente en el marco de una crisis en pleno desarrollo, cuyo decenlace es todavía incierto, es que se debe tratar de preservar el dinero, preferentemente en "monedas fuertes" (dólar o euro) si se trata de ahorristas de pequeña escala. La búsqueda generalizada de la liquidez -de inversores institucionales, de empresas y de la gente común- lleva a que haya una marcada contracción de las inversiones, que ya venían retraídas a causa de los problemas propios, ajenos a la crisis externa. En los distintos sectores de la economía de Tucumán ya adelantaron que perciben en carne propia los efectos de las dificultades externas, lo que en términos futbolísticos se traduce en "parar la pelota".
Sin dudas, los tucumanos tendrán que reacostumbrarse a vivir con la espada de Damocles de la crisis económica sobre sus cabezas. Si la caída del consumo es más grave que lo que se preanuncia, es posible que por añadidura la inflación quede bajo cierto control. Pero, al menos por ahora, el sueño de una vida sin dificultades económicas deberá posponerse.

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