Una situación similar a la que ocurre en los casinos

Punto de vista. Por Hugo Ferullo - doctor en Economía.

19 Septiembre 2008
A los mercados financieros les cabe la delicada tarea de asignar fondos y administrar el riesgo en los asuntos económicos. Sobre el funcionamiento de estos mercados existen dos tipos de hipótesis. Según la primera, estos mercados actúan con eficiencia y son el resultado de las acciones de sujetos económicos que actúan con racionalidad.
De acuerdo con esta hipótesis, las crisis financieras globales sólo pueden ocurrir si existe alguna interferencia más o menos grave, provocada generalmente por intervenciones desacertadas de los gobiernos en el funcionamiento de estos de por sí eficientes mercados. La otra hipótesis se desprende del pensamiento de J. M. Keynes y propone, en contra de la visión idílica que la primera hipótesis implica acerca del funcionamiento real de los mercados financieros globalizados, una explicación mucho más realista de la crisis de liquidez y solvencia que la economía norteamericana sufre hoy, y cuyas consecuencias altamente negativas se extienden al resto del mundo.
Según esta segunda hipótesis, si tenemos en cuenta la incertidumbre propia de los tiempos modernos y la pasión desmesurada por el dinero que sirve de móvil último al accionar especulativo de los agentes económicos en los mercados financieros, veremos que el funcionamiento real de estos mercados se parece bastante a un casino, lo que nos lleva a dudar sobre la efectividad que tienen en el cumplimiento adecuado de la misión de asignar eficientemente los fondos y administrar sabiamente el riesgo si no se instrumentan controles públicos estrictos que pongan coto a la especulación.

Mercado fantasma
Lo que hemos visto surgir en los últimos años, en la economía más rica del planeta, es un verdadero mercado financiero fantasma que elude muchos de estos controles públicos. La estructura de incentivos de este mercado fantasma promueve el juego propio de un casino muy particular, donde los grandes jugadores no se juegan solamente su propio dinero. En un casino típico, el juego es casi de suma cero: los beneficios de los propietarios son aproximadamente iguales a las pérdidas de los jugadores.
En el actual sistema financiero-casino, algunos jugadores muy creativos en la invención de productos financieros que aumentan el riesgo, pueden marcharse con miles de millones, mientras que muchos más son los millones que tiene que pagar, en conjunto, el resto de la sociedad. Sobre todo los pobres, habida cuenta de la enorme masa de dinero público que tiene que usarse para intentar restaurar la confianza perdida en la crisis y de los forzados recortes en los servicios públicos básicos que esto implica. (Especial para LA GACETA)

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