Cuando el pequeño Eduardo Beilinson descubrió a Los Beatles, a los 12 años, llevaba un buen tiempo aprendiendo a tocar la guitarra, y empezó a rasgar las cuerdas en busca de ese sonido que aún le impacta. Cuando tenía 15 años, en un viaje a Sudáfrica con sus padres ganó un concurso de talentos, y ahí terminó de definir su vocación y su futuro. Luego, con su hermano Guillermo viajó a Francia, y vivió los coletazos del Mayo Francés (1969).
Pasó por Londres, en pleno estallido del hippismo y la psicodelia, y vio en vivo a Jimi Hendrix. Se compró un amplificador Marshall, una guitarra Grestch, un wah wah y un distorsionador, y regresó a La Plata. Pero dejó el colegio, y se fue a vivir en comunidad en La Cofradía de la Flor Solar. Allí conoció a la Negra Poli, la mujer con la que lleva 38 años como pareja, y que con el tiempo fue uno de los tres pilares de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, junto con Skay y el Indio Solari. Vivió en Mendoza y en Salta, además en diferentes zonas de la provincia de Buenos Aires, siempre en comunidades nómades bastante románticas (hasta intentó vivir de la caza y de la pesca).
En La Cofradía estrechó una amistad que se mantiene aún hoy con Ricardo Cohen, el artista que trabajó bajo el seudónimo de Rocambole el arte de los discos de Los Redondos y las escenografías, como lo hizo también con los tres discos de Skay.
Después apareció por ahí el Indio, y la semilla de Los Redondos ya estaba en plena germinación, y fue en el fatídico 1976 que empezó a gestarse la banda que durante más de 25 años más impactó en el rock argentino. En 2001 la banda se separó sin despedidas. Desde entonces Skay editó "A través del mar de los Sargazos" ( 2002), "Talismán" (2004) y "La marca de Caín" (2007). El Indio sacó "El tesoro de los inocentes (bingo fuel)" (2004) y "Porco Rex" (2007). El cantante hizo hasta ahora cinco shows gigantes y el violero cientos de recitales en teatros y clubes por todo el país.