Aventura y emoción se mezclan en el río Loro

Al principio pensó que se trataba de algo para dementes. Pero después, convencida por sus amigos, Miranda Rosales, una porteña que visitó Tucumán la última semana de julio, se subió a un kayak y se lanzó a los caprichos del agua en el río Loro, en El Cadillal. Y descubrió que sobre estas pequeñas y alargadas embarcaciones se pueden vivir minutos de energía y aventura, cargados de adrenalina.
"Es impresionante", exclamó, fuera de sí, Miranda. No podía creer que se había animado a dejarse llevar por las correntadas del río. Cada vez más turistas que llegan a la provincia eligen experimentar emociones fuertes en el apasionante mundo del kayak.
El río Loro, donde se realiza esta excursión, es un lugar privilegiado para la práctica de principiantes, según explicó Jenifer Jansen, que se encarga de coordinar las travesías en una empresa que ofrece deportes extremos. "Es un río de clase baja, que permite un descenso rápido y con algunas, pero no muchas, dificultades en la navegación", detalló. Y aclaró que para realizar la actividad no se requiere de conocimientos previos.

Totalmente tapados
Las excursiones de kayakismo duran entre una hora y una hora y media. Los aventureros deben ponerse un traje especial y, además, al ingresar a la embarcación quedan totalmente tapados por una cubierta de tela que impide que ingrese agua al bote. Los modernos equipos de seguridad, además, protegen a los tripulantes del clima fresco de estos días.
Los preparativos se viven como un ritual, pero la emoción y el entusiasmo no impiden que los guías expliquen las recomendaciones y cuidados. El trayecto comienza en la Usina. Luego de recorrer 12 kilómetros río abajo, los navegantes llegan hasta El Timbó. En el medio del viaje, según detalló Jansen, se realiza una parada para recuperar fuerzas. "Es un descanso de 20 minutos, en el que comen algo y conversan sobre la experiencia vivida hasta el momento", contó.
Para practicar kayak, se forman grupos de tres personas, que son acompañadas por un guía. Los aventureros navegan individualmente. Durante la travesía, las embarcaciones se sumergen entre torbellinos de aguas, se deslizan por corrientes suaves y sortean rocas que se imponen en el camino. Pero no sólo la acción es la protagonista. Los viajeros navegan sobre las aguas, enmarcadas en un paisaje de montañas y árboles de las más variadas especies. "Comenzamos hace seis meses y es una actividad que convoca cada vez a más turistas, especialmente los que llegan desde el extranjero", resaltó la coordinadora. "Al comienzo tienen mucho miedo y dicen que es demasiado arriesgado. Pero, cuando terminan, se escuchan exclamaciones de alegría. Muchos aseguran que con el kayak experimentan una sensación de superación personal, es como que rompen una barrera", especificó Jenifer.
Para quienes no se animan a desafiar a los ríos en un kayak, hay otra opción que permite disfrutar de una navegación en grupo: el rafting. La embarcación o balsa inflable es dirigida por un guía. Los viajeros se sitúan en los laterales desde los cuales reman.
"Esta es una práctica acuática más familiar, que permite al visitante divertirse y disfrutar de la tranquilidad de El Cadillal y de un paisaje inigualable", detalló Jansen.
Las balsas tienen capacidad para entre 10 y 12 personas. Según comentó Jansen, una de las excursiones que enamoran a los visitantes se llama "Rafting de luna llena", que se realiza sólo durante tres noches al mes. El viaje consiste en descender por el río en la balsa, con la única iluminación de la luna. En el medio del trayecto, los navegantes disfrutan de tragos en la playa del río.