"El Antena está al final de esta calle. Pero les recomiendo que vayan con un ?milico? porque la van a pasar mal". Estas fueron las palabras que utilizó Juan Carlos, un vecino de Banda del Río Salí para guiar a LA GACETA al barrio donde se cometió el crimen de Jorge Luis Rojas. "Allí están todo el día fumando ?paco?. Primero le van a pedir monedas y, si no le dan, le van a robar todo lo que tenga. Sólo los que son conocidos o los que van a comprar ?merca? entran sin problemas", agregó.
El humilde caserío se formó hace más de dos décadas y fue bautizado con ese nombre porque en el terreno donde se instalaron las primeras casas había una enorme antena que, con el correr del tiempo, desapareció. "Al principio este era un lugar donde vivía gente laburante. Después, con la llegada de algunos delincuentes, las cosas se fueron poniendo mal, y ahora, que todos consumen ?paco?, vivir acá es una pesadilla. El paco está destrozando al barrio", aseguró Blanca.
La casa de la calle Salta, donde se cometió el crimen de Rojas, divide la zona. Hacia el norte, por intransitables callejones de tierra, se llega a las humildes viviendas que dan forma al populoso caserío. "Las peores cosas que uno se puede imaginar ocurren allí. No es sencillo llegar. Los tipos que mataron al chico el otro día, se dirigían ahí, seguro que a comprar droga", comentó.
Un problema
Los vecinos del barrio Antena viven en una encrucijada. Por la inseguridad, aseguran que no pueden salir de noche, ya que los delincuentes, especialmente los jóvenes, roban para comprar drogas y, si denuncian a los vendedores de sustancias prohibidas, sus vidas corren peligro. "Acá la única ley que rige es la de la selva. Si no matan para robarte, te matan los delincuentes que venden esa porquería por tratar de impedir que sigan matando chicos", expresó Mario.
Los habitantes del Antena aseguran que en el barrio siempre existió el consumo de drogas, pero que en los últimos tiempos, con la aparición en la escena del "paco", todo cambió. "Los jóvenes no andan de día por la calle. Sólo salen de noche. Se pasan horas consumiendo esa basura que compran a dos mangos. Por esa droga no respetan nada ni a nadie. Están buscando la manera de conseguir dinero para comprar", comentó Mario.
El vecino, que pidió que su apellido se mantuviera en reserva, para confirmar sus dichos relató lo que le pasó a Rojas. "Vino un chango al que se lo conoce como ?Ratita? y le sacó las zapatillas. Seguro que las cambió por paco o por unos porros. Así es la vida en esta zona", expresó.
Los entrevistados por LA GACETA coincidieron en señalar que en el barrio hay personas que se dedican a la venta de droga. "Sabemos porque viene gente que no vive por aquí y se va rapidito; a veces lo hacen en autos nuevos. Ellos se sienten protegidos por los vendedores. No ocurre lo mismo con los taxistas, que no se atreven a entrar por temor a que los asalten. La Policía sabe muy bien quiénes son; nosotros mucho no podemos decir, porque nos van a terminar matando", expresó Florencia.
La joven dijo que la droga que más se consume es el "paco". Esta sustancia surge del residuo de las cocinas o laboratorios en los que se elabora la cocaína y se los comercializa en los barrios periféricos a muy bajo precio. Actualmente, según confirmaron fuentes policiales, el valor de la dosis llega hasta los $ 3. "Los changos andan desesperados por consumir eso, que es lo más barato. Pero también se dan con marihuana, con cocaína o con pegamento. Aquí no falta nada", agregó Florencia.
¿De dónde llega la droga? "Dicen que de Villa 9 de Julio. Los faloperos dicen que hay una familia que cocina cocaína. La ?merca? va para el centro; la basura, la mandan al Antena para que todos los giles se vuelen la cabeza", comentó Julio, un adolescente que reconoció que, de vez en cuando, se fuma un "porro".
Los vecinos del barrio se rieron cuando se les preguntó si alguna vez algún especialista se acercó a la zona para hacer una campaña de prevención. "Lo más probable es que lo asalten si es que llega a aparecer. Hablando en serio, nadie vino a hacer nada por esta gente y ahora, que la situación es incontrolable, mucho menos", agregó Mario.
Florencia señaló que, de vez en cuando, los evangelistas tratan de recuperar a los jóvenes adictos. "Algunos se salvan, pero otros no; y lo más probable es que por su adicción terminen muertos sin que a nadie le importe", concluyó.