BUENOS AIRES.- El fraseo tanguero del poeta Paco Urondo está presente en su poesía, afirma su hermana Beatriz, coautora junto a Germán Amato, de una biografía sobre el autor de "Breves", "Lugares" y "Nombres".
"Urondo bordea la gestualidad del tango, la silueta recortada en la calle, su forma de mirar, y también su escritura; los versos de "Cafetín de Buenos Aires", injertados en su poema "Benefacción", sirven de ejemplo.
Su hermana dice que el poeta: "Cantaba con mi marido los tangos; eso sí, no tenía nada de voz, era un desafinado profesional".
El sobrino nieto de Urondo, Germán Amato, apunta en esa dirección y cita un texto de Mario Benedetti: "Hay algo muy lindo que dice en el texto `Urondo constructor de optimismos` en relación a una poesía que va hacia lo comunicacional y a temas porteños".
Benedetti señala un `parte-aguas` entre la búsqueda formal de Urondo en la que confluyen la búsqueda formal de Oliverio Girondo y el lirismo decantado de Juan L. Ortiz, y una poesía que a partir de libros como "Nombres", "El otro lado" y "Adolecer": "se vuelve mucho más comunicativa".
En esta etapa, la poesía de Urondo establece puentes con las de Baldomero Fernández Moreno y Raúl González Muñoz, para acercarse a "la familia latinoamericana de poetas coloquiales o conversacionales, que incluye a Roque Dalton, Jorge E. Adoum, Roberto Fernández Retamar, Ernesto Cardenal y, por supuesto, a sus compatriotas Juan Gelman y César Fernández Moreno".
Allí aparece el Urondo tanguero. Sigue Benedetti: "Me consta que Paco fue siempre un hedonista del tango... La filosofía tanguera, con su pesimismo y su ritual melancolía, es a menudo un telón de fondo en esos poemas, sobre todo en los de amor y desamor".
Y concluye: "Pero justamente en ellos, Paco ha refinado su instrumento, decantado su voz, acentuado su autocrítica, a fin de que el ámbito tanguero asome corregido y sin afectación, expurgado de melindres, con los ojos abiertos y duchos... tangos lúcidos, descarnados". (Télam)