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Carlos Páez de la Torre (H), Redacción LA GACETA.
Desde que se tiene memoria, los problemas con los dientes mortificaron a las personas. En la época colonial, los curaban los llamados "sacamuelas" quienes, provistos "de tenazas, hilos, alicates y palancas (botadores), extraían las piezas cariadas". El 20 de junio de 1781, el Protomedicato de Buenos Aires dio título de "sangrador, sacamuelas y dientes" a Pedro Faya, quien vino a ser así "el primer dentista recibido en el Río de la Plata", escribe María Capolongo Grauso.
En Tucumán, hasta las últimas décadas del siglo XIX, los dentistas eran muy escasos. Por lo general, actuaban los que venían en gira por el país, como el doctor Rodolfo Newbery, padre del famoso aviador. Tienen interés algunos avisos de estos expertos, en la prensa de la época. En "El Eco del Norte", que se editaba en esta capital, en agosto de 1857 se lee: "El doctor de Boré, recién llegado a esta ciudad, tiene el honor de avisar al público que ofrece sus servicios para todas las operaciones a practicar en la boca: embalsama y emploma dientes cariados y destruye completamente el sarro y manchas".
De Boré traía "un hermoso y grande surtido de dientes artificiales", hechos en "material incorruptible". Recalcaba que "todas sus piezas artificiales son montadas en oro puro". Además, ofrecía "elixires contra el mal hálito y para la conservación de los dientes y muelas". Atendía todos los días (y "a los pobres gratis"), en "calle 9 de Julio 14, casa del finado Pedro Patricio Zavalía, frente a la casa esquina de doña Brígida de Alurralde".
Además, hasta fines del siglo XIX y comienzos del XX, no se conocía la pasta dentífrica. Los dientes se limpiaban con polvos. "El Orden" de Tucumán, en enero de 1886, daba esta receta para preparar el "polvo científico" del doctor Pelletier: "se toma sulfato de quinina, 4 gramos; coral, 30; laca, 8; esencia de menta, 2 gotas. Se pulverizan por separado el sulfato, el coral y la laca, mezclándolos después de estar en estado impalpable". Entonces, "se los rocía con las gotas de esencia y quedan preparados". Los polvos de Pelletier, decía el diario, "no atacan la dentadura, como sucede con los de carbón y cremor". Un pionero de la odontología tucumana fue el doctor Elías Gasset. Su consultorio, fundado en 1882, era en 1914 "el más antiguo de la ciudad".