BRUSELAS, Bélgica.- Cuando el dibujante belga Hergé murió en marzo de 1983, hasta su viuda creía que había llegado el final del extraordinario éxito de Tintín. Pero se equivocaba: las aventuras del valiente detective periodista y su perrito blanco continúan encontrando aficionados. Cada año se venden unos tres millones de ejemplares traducidos a 70 idiomas.
El depurado estilo gráfico de Hergé -la “ligne claire”- fue referencia para generaciones de dibujantes. Hoy, el mundo del cómic celebra al belga Georges Rémi -que tomó el seudónimo artístico de sus iniciales al revés, RG, pronunciadas en francés- en el centenario de su nacimiento.
Fans de todo el mundo adoran al siempre joven Tintín, a su astuto fox terrier Milú, a las legendarias sartas de improperios del capitán Haddock (“¡Rayos y centellas!”), al disperso profesor Tornasol o a los ineptos policías Hernández y Fernández.
Atracción por su estilo simple
Incluso Hollywood se interesó por Tintín. El célebre director Steven Spielberg filmará una serie de películas sobre el cómic, según informó recientemente el administrador de los derechos sobre el legado de Hergé. La primera entrega -posiblemente “Viaje a la luna”- no aparecerá hasta 2010, pero aún no se informó si se tratará de animación o de una filmación tradicional.
Michael Farr, experto en Hergé y autor de un libro sobre él, atribuye la inagotable atracción del delirante reportero al estilo simple -y por lo tanto atemporal- con que Hergé dibujó Tintín, así como a sus argumentos multifacéticos y divertidos.
Los niños disfrutan la tensión de las aventuras; los adultos, la sátira política o los juegos de palabras, dice el “tintinólogo”. “Independientemente del lugar de donde provenga o de la lengua que hable, el lector siempre puede identificarse con Tintín”, manifiesta.
El personaje del detective periodista queda indefinido, al contrario de los otros personajes como, por ejemplo, el capitán Haddock. Se sabe poco de él, de su familia, alguna novia o su edad exacta. “Tintín soy yo mismo”, dijo el creador de Tintín alguna vez.
Fanáticos famosos
“A Hergé le habría gustado ser periodista; le fascinaban las noticias”, aclara Farr. Con obsesión coleccionaba artículos de diarios y escribía sus historias tomando como referencia el acontecer mundial: desde la invasión de China hasta el viaje a la Luna. “Los libros de Tintín son un espejo del siglo XX, lo que también resulta interesante para los lectores maduros”, explica el experto.
La comunidad de aficionados de Hergé incluye admiradores como Andy Warhol o el Dalai Lama, que el año pasado rindió homenaje al artista por “Tintín en el Tibet”. Precisamente en su cumpleaños número 100, Hergé parece llegar al mundo del arte establecido: la exposición de sus obras en el Centro Pompidou es la más exitosa de la historia del museo. (DPA)