Nuevos enfoques contra la temida depresión posparto

Suele durar unos dos años y se caracteriza por una fuerte fusión emocional con el bebé.

02 Febrero 2005
El puerperio suele ser un período de crisis para algunas mujeres que acaban de ser madres, una crisis que tendrá una importante repercusión sobre el niño o los niños, la pareja y el entorno familiar y de relaciones. La resolución de esa crisis (que en rigor significa "cambio", y que no es necesariamente dramática aunque puede llegar a serlo), signada por un estado natural de introspección profunda, de conexión con el bebé, de revivencia de los fantasmas personales y de la propia angustia existencial, dependerá en gran medida de la madurez emocional y de las relaciones personales -y de pareja, aunque la madre puede estar sin pareja- que se hayan podido construir antes del nacimiento de ese hijo.
Si bien puede hallarse una raíz biológica de este proceso de "volverse hacia adentro", relacionado con los propios procesos hormonales que atraviesa el cuerpo de esa mujer, y con la necesidad de replegarse para las funciones de amamantamiento y de madre, la contención que reciba de su entorno y las características personales pueden hacer que ese estado natural devenga o no en lo que se conoce como depresión puerperal, o "depresión post-parto". Laura Gutman, terapeuta familiar y de pareja especializada en la atención de mujeres en estado de puerperio, dice que aparecen durante ese período cuatro fenómenos desconcertantes: el encuentro de la mamá con "su propia sombra" ?término usado por Carl G. Jung para referirse a una idea ampliada del inconsciente?, una suerte de fusión emocional con el bebé, el modelo de madre y la vivencia del fenómeno de unión entre la vida y la muerte que representa el haber dado a luz desde su cuerpo.
Según Gutman, ese estado dura unos dos años. La causa de que aparezca la depresión postparto sería "el abismo que existe entre lo que le pasa a la mamá y lo que ella cree que le debería pasar. En la práctica, esa depresión puede ser el resultado de la desesperación por abandonar su estado natural de introspección y de conexión con el bebé para "salir a la superficie" a hacerse cargo de las exigencias de la realidad material.

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