La información impresionó a los investigadores. María del Valle Dip habría comprado una importante cantidad de ampollas de una droga con la que, según se sospecha, inmovilizó a la contadora Liliana del Valle Cruz para luego, de acuerdo con la autopsia, degollarla.
La acusada del crimen llamó el martes 6 por la mañana -día en el que desapareció la víctima- a una droguería, para solicitar que le enviaran ampollas de bromuro de pancuronio, que es utilizado para inmovilizar (ver nota aparte). La persona a la que se le inyecta esta sustancia, de acuerdo con lo informado por especialistas, no puede moverse ni hablar, pero permanece consciente y puede sentir dolor.
Ante el fiscal Alejandro Noguera (secretaría de María Verónica López Cisneros) se presentaron la empleada y el propietario de la droguería, cuyos nombres se mantienen en reserva. La primera sostuvo que la mujer le pidió primero seis ampollas y después solicitó otras cinco. La empleada ratificó que antes del mediodía le entregaron la droga en la farmacia.
El propietario de la empresa, por su parte, sostuvo que este producto generalmente no se vende en farmacias y que la cantidad que adquirió Dip es casi la mitad de lo que la droguería vendió en los últimos años.
Examen claveLos investigadores no entendían cómo habría hecho Dip para reducir a Cruz que era más grande físicamente que la acusada. La médica tampoco presentaba lesiones que permitieran sospechar que habían mantenido una pelea.
En un principio se especuló con que la había dormido, pero los resultados de la autopsia no determinaron la presencia de alguna sustancia que pudiera surtir ese efecto. La versión de que se le inyectó el bromuro de pancuronio se confirmará o se descartará cuando se conozcan los resultados de los exámenes toxicológicos que se le realizan a las vísceras de la contadora.
La situación procesal de la imputada se agravaría considerablemente si se comprueba esta teoría. Sería la prueba que buscaba Juan Carlos Múkdise, representante legal de la familia de la contadora, para solicitar que le sea imputado homicidio agravado, por entenderse que hubo premeditación. Actualmente está acusada de homicidio simple.
Además, el fiscal debe confirmar aún la hipótesis de que Dip habría asesinado a Cruz por cuestiones económicas. La familia de la víctima sostiene que la médica, mientras Cruz se encontraba de vacaciones, le habría robado tarjetas de débito y de crédito.
Siempre según los dichos de los allegados de la contadora, esta la habría amenazado con denunciarla si no le devolvía el dinero que había gastado.
Casi no se vende el bromuro de pancuronio
"En los establecimientos no se vende". La afirmación de los farmacéuticos fue unánime. Los profesionales consultados coincidieron en que la droga que María del Valle Dip habría comprado el 6 de febrero, denominada bromuro de pancuronio, no se comercializa puesto que se trata de un fármaco que las droguerías mandan directamente a los hospitales o sanatorios que lo requieran.
Según fuentes médicas, el bromuro de pancuronio es utilizado como parte de la anestesia que debe recibir un paciente que va a ser operado. Con esta droga se consigue que los músculos se relajen durante intervenciones quirúrgicas de media o larga duración.
"No es común en absoluto que una farmacia pida esa droga", aseguró Graciela Portillo, de 42 años, farmacéutica encargada de una farmacia ubicada en Córdoba al 500.
"Se pueden hacer excepciones sólo cuando viene específicamente una receta pidiendo el fármaco. En ese caso se investiga si se trata de una prescripción real, para qué lo necesita el paciente y se habla con el médico", explicó Portillo.
"Nunca tuvimos bromuro de pancuronio porque es un producto que manejan exclusivamente los sanatorios y hospitales", señaló Nora Ahumada de Maresio, de 74 años, encargada de una farmacia que funciona hace más de 40 años en Mendoza al 400.
Fátima, otra profesional que trabaja en un establecimiento de San Martín al 600, explicó que hasta hace dos años sí se solicitaba esa droga. "Pero los pedidos a las droguerías no superaban las siete ampollas", señaló la farmacéutica, quien agregó que se dejó de requerir el compuesto porque las obras sociales, especialmente el Subsidio de Salud, gestionaron convenios con los sanatorios para proveerlos directamente de las drogas necesarias para las internaciones.
"De ese modo drogas como el bromuro de pancuronio ya no pasan por las farmacias abiertas a todo público. Unicamente las tienen las farmacias internas de los hospitales y sanatorios", concluyó Fátima.
Se trata de la droga usada en las ejecuciones
La droga que había comprado la médica, combinada con otros compuestos, tiene un efecto mortal. El bromuro de pancuronio es una de las sustancias que se combinan para formar la llamada "inyección letal", que se usa en Estados Unidos para ejecutar a los condenados a muerte.
Los métodos de inyección letal que se aplican en algunos estados del país norteamericano fueron desarrollados en 1977 por un médico forense de Oklahoma que carecía de pericia farmacológica.
Bajo este sistema, al prisionero se le inyecta una dosis masiva de un anestésico llamado pentotal de sodio, que lo deja inconsciente y detiene su respiración. Luego se le administra el bromuro de pancuronio, un fármaco que paraliza los músculos voluntarios, incluidos los pulmones y el diafragma.
Esta sustancia es un derivado del curare, un veneno paralizante que utilizan los cazadores nativos del Amazonas, especialmente la tribu de los jíbaros, famosos por reducir de tamaño las cabezas cortadas de sus enemigos.
Finalmente, al condenado se le inyecta un compuesto denominado cloruro de potasio, que rápidamente le provoca la muerte por paro cardíaco.
En varios estados de EE.UU. se han presentado recursos judiciales contra su uso en ejecuciones alegando que, si el anestésico falla, el bromuro no permite que se note el horrible sufrimiento causado por el cloruro potásico.
En Tennessee, Estados Unidos, una mujer denunció que había sido sometida a una operación quirúrgica en la que el anestésico no le había hecho efecto. Según su declaración, podía oír, percibir y sentir todo lo que sucedía durante la operación, pero no podía moverse ni hablar porque le habían inyectado bromuro de pancuronio. La mujer describió la experiencia como "peor que la muerte".
El uso de esta sustancia química ni siquiera está aceptado para la eutanasia de animales, por las directrices de la Asociación Veterinaria de EE.UU.