SEUL.- La crisis en la Península de Corea podría empeorar y es probable que así lo quiera Pyongyang. Empobrecida y aislada, a Corea del Norte se le prometió dinero, protección y una oportunidad para salir del ostracismo si desecha sus armas nucleares. Pero, para el gobierno comunista, obsesivamente reservado, abrirse al mundo podría implicar más riesgos que permanecer aislado con la amenaza de una catástrofe nuclear. Según expertos, la seguridad del régimen se ubica por encima de la seguridad nacional. Al ser reconocido como una potencia nuclear, el gobierno norcoreano se debe sentir más seguro frente a lo que ve como una “política hostil” de Estados Unidos.
Sin armas de destrucción masiva, Corea del Norte es simplemente otra nación pobre entre los gigantes económicos de Asia. Pero con las armas, el líder Kim Jong Il puede esperar un lugar en la mesa con las grandes potencias militares del mundo, dijeron analistas.
Kim también puede sentir que no hay nada que perder al usar amenazas extremas para aguijonear a Washington, que se ha negado sistemáticamente a la demanda de Pyongyang de mantener negociaciones directas y ponerle fin a una campaña contra sus finanzas. Ciertamente, no ha habido signos de que el gobierno de Corea del Norte esté disuadido por el impacto que eventuales sanciones puedan tener sobre su ya empobrecida población. Incluso, un vocero de Pyongyang ha dicho que es posible que otra prueba pueda eliminar cualquier duda con respecto al desempeño del primer dispositivo nuclear.