“No estamos solos. Solos en la madrugada”. Este era el latiguillo con el que el actor Mario Sapag solía imitar al personaje de José Sacristán, en una célebre película del cine español del posfranquismo. Ese también podría llegar a ser el argumento con el que el oficialismo analice, en la noche del domingo, los resultados de una elección interna que despertó más enojos que pasiones.
No estamos solos; tenemos oposición con la que discutir nuestro proyecto reformista, será un buen argumento que le permitirá al Frente para la Victoria justificar la continuidad de un proceso en el que el debate político sigue siendo el gran ausente.
En tiempos de grandes deudas que se cancelan, esta será una de las cuestiones a resolver para la Casa de Gobierno en los dos meses que faltan hasta la elección general. La legitimidad del nuevo texto constitucional no depende sólo de un buen resultado en las urnas. Nuevas bajas podrían herir de muerte hasta las aspiraciones más legítimas.