45 años que valen por 70

45 años que valen por 70

Por Daniel Arcucci, Secretario de Redacción de La Nación-Jefe de Editores de Deportes.

30 Octubre 2005
De muertes y resurrecciones está hecha la vida de Maradona; eso ya se sabe.
Pero la verdad es que ninguno de sus anteriores regresos a la relativa normalidad que su extraordinaria fama le permite, había sido como este, tan nítido y tan milagroso. ¿A qué atribuirlo? Sería fácil decir que esta vez, sí, había tocado fondo, absolutamente. Pero lo cierto es que antes también lo había hecho. ¿Y entonces? Entonces que la vida circular de este hombre lo ha vuelto a poner de frente, cara a cara, con la gente de sus orígenes. Básicamente, con sus familiares.
Cada uno a su manera, fueron ellos los que marcaron el límite. Con más claridad que nadie, Claudia ?paradójicamente, su ex mujer- y Dalma y Gianinna, sus hijas. Y también, por supuesto, don Diego y doña Tota, sus padres. Y cada una y cada uno de sus hermanas y hermanos. Entonces, en un momento de lucidez, él pudo comprobar que ese era el único círculo de sensatez que quedaba a su alrededor. Y se dejó llevar, seguramente por temor a la muerte y quizás por necesidad económica, pero también por corazonada e intuición.
Imposible copiar el molde, detectar la fórmula para pasársela a otro. No hay truco, sólo voluntad.
Lo demás, el marco, ha sido científico, sí. Porque así como no existe una inyección o una pastilla -esas a las que tantas veces hizo referencia Diego, ofreciendo hasta el dinero que no tenía- para curar la adicción a las drogas, sí había una operación que le permitía bajar de peso sin tener que luchar contra las tentaciones: el by-pass gástrico al que se sometió en Colombia le permitió reencontrarse con él mismo. Así como bajó 50 kilos, su autoestima subió hasta las nubes. Y entonces se volvió adicto a verse bien.
Eso sí, él es consciente de que el partido no ha terminado. "La tentación está a la vuelta de la esquina", repite todo el tiempo, sin eufemismos, como para convencerse de que no debe caer, de que caer sería mortal. Aunque con Maradona, como siempre, nunca se sabe.
Lo único real, hoy, es que el protagonista de esta historia está cumpliendo 45 años de una vida que, como él mismo dijo alguna vez, vale por 70. Como regalo, está recibiendo el más impensado y valioso: sentirse útil. Boca, el seleccionado y el fútbol argentino lo están convocando, pero no ya como una misión caritativa hacia el hombre que tanto dio. No lo están convocando -como hace un tiempo- porque él lo necesita, sino porque ahora -como en los tiempos dorados- lo necesitan a él. Y eso sí que es bueno para un hombre de 45 años.

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