El dúo investigó por cuenta propia

Warren halló el microbio, y Marshall lo ingirió.

04 Octubre 2005
Sydney.- En una época de investigaciones millonarias y alta tecnología, Robin Warren es una excepción. Su historia suena a un cuento fantástico: médico especialista en un hospital común, hizo un hallazgo por casualidad: la bacteria estomacal Helicobacter pylori.
El mundo especializado se burló de él, pero siguió investigando por su cuenta.
El cuento se hizo realidad para este patólogo australiano de 68 años, al recibir este año -junto a su socio Barry Marshall-, el Nobel de Medicina.Su esposa Win, con la que tiene seis hijos, jugó un rol decisivo: sufrió una úlcera gástrica y se convirtió en una de sus primeras pacientes, aunque su marido la curó pronto.
Warren nació el 11 de junio de 1937 en Adelaide, en el sur de Australia, donde estudió. Luego trabajó sin pena ni gloria durante 11 años en el hospital Royal Perth. Cuando llegó su gran momento, Warren mostró la capacidad y la tenacidad de muchos grandes científicos.
En la prueba de mucosa de un paciente con úlcera gástrica halló gran cantidad de bacterias en 1979. Lo que observaba Warren contradecía todo lo aprendido. Por entonces se creía que en el estómago no podía desarrollarse ninguna bacteria.
Se expuso a las burlas, pero Warren siguió investigando la relación entre las bacterias y la úlcera gástrica. A comienzo de los años 80, Marshall, 14 años menor, resultó ser su socio ideal.
El dúo investigador australiano obtuvo varios premios y distinciones, aunque soñaban con el Nobel. Marshall se tomó a sí mismo como conejillo de Indias: ingirió millones de bacterias, pagando su ambición científica con náuseas, fuertes dolores de estómago y una grave gastritis. Finalmente, Warren y Marshall obtuvieron la más alta distinción en Medicina.