Memoria

El largo camino para encontrar justicia.

11 Septiembre 2005
Por Juan Manuel Montero

La memoria apunta hasta matar a los
pueblos que la callan y no la dejan volar,
libre como el viento.
("La Memoria"-Letra y Música: León Gieco)

El dolor potencia la memoria. Los hechos que nos remiten a escenas dolorosas quedan grabados en la retina, y vuelven a proyectarse, por lo general, con mayor facilidad que aquellos emparentados con los momentos alegres. Hay gente que pelea para sacarse de encima estas imágenes. Prefieren borrarlas, aunque sepan que en el inconsciente están latentes. Pero hay otros que se aferran a ellas para no olvidar. Porque saben que es la única forma de luchar para lograr una vida mejor. Ada Morales es una de ellas.
Pasaron 15 años desde que mataron a María Soledad en Catamarca. Hoy, aquella estudiante a la que asesinaron en medio de una orgía sería una mujer de 33 años. Tal vez habría encontrado a su verdadero amor, y tendría hijos. Pero no. A los 17 le quitaron la vida. Y su madre juró no olvidar. Prometió que tendría memoria, aunque, según ella misma admite, sigue su vida en honor a sus otros hijos. Dicen que un pueblo sin memoria está condenado al fracaso. Porque además no le permite aprender de sus propios errores. Los argentinos, en general, tenemos fama de ser olvidadizos. La historia es un fiel reflejo de esto. Repetimos acciones que en algún momento ya nos hicieron caer, y no valoramos las experiencias de aquellos que ya las vivieron para sobrepasarlas. Según Aristóteles, "gracias a la memoria se da en los hombres lo que se llama experiencia".
Los periodistas, golpeados ya en democracia por la brutalidad del homicidio con tinte mafioso de José Luis Cabezas, eligieron un mensaje certero: "No se olviden de Cabezas". Advertimos así que, si hay olvido, hay impunidad.
En los últimos años se hizo cada vez más fuerte un movimiento de mujeres denominado "Madres del Dolor", que nació en Santiago del Estero, pero que luego se extendió a todo el país. Son, en casi todos los casos, mujeres que perdieron a sus hijos o a otros familiares en casos de excesos policiales, o vinculados a mafias de poder en distintas provincias.
En Santiago del Estero, un caso emblemático es el de las adolescentes Leyla Nazar y Patricia Villalba, asesinadas presuntamente por orden del ex jefe del servicio de Inteligencia de Carlos Juárez, Musa Azar. Conocido como el "Doble crimen de La Dársena", la causa derivó en la intervención de la provincia, y en el desmembramiento del aparato juarista. Las "Madres del Dolor", al igual que las "Madres y Abuelas de Plaza de Mayo" tienen una consigna: no olvidar. La memoria colectiva les permite mantener viva la esperanza de la Justicia. Y de que nunca más suceda lo que ellas sufrieron. Jorge Luis Borges decía: "Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos".
Fue justamente durante el ridículo primer juicio por la muerte de la joven catamarqueña cuando quedó patentada una frase que refleja el nexo que existe entre memoria y justicia: "no me recuerdo".
Para Ada Morales, la Justicia aún no terminó su trabajo. Es que los únicos que están condenados son Guillermo Luque y Luis Tula, tal vez los más conocidos del caso. Pero todos los demás que tuvieron participación en el hecho, como los que trabajaron después para encubrirlo, fueron sobreseídos, o directamente nunca se los acusó.
Cuando aquellos que son víctimas de delitos exigen justicia, también están pidiendo que no los olviden. Muchas veces su lucha termina en la nada, pero la memoria les recordará para siempre lo que vivieron. Porque, para peor, son víctimas dos veces. Por el delito en sí y por la falta de respuestas a su pedido.
El pasado de Argentina es demasiado duro, ya que la impunidad se hizo carne, y muchas veces la vida dependía sólo del silencio. Por eso, la memoria es una de nuestras principales aliadas. Es el último bastión de la resistencia. Sólo a partir de ella se puede crecer.

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