Hace 7 Hs

Este año 2025 próximo a terminar, fue para el país el inicio de una nueva época  y el comienzo del fin de un sistema nefasto que nos tuvo postergados y en una situación muy lamentable en el contexto de las naciones. En los años del kirchnerismo los pobres que fueron en aumento, alcanzaron una debilidad irracional. Si iban a una marcha, era porque recibían comida, si los votaban era porque recibían beneficios del gobierno. Los pobres eran un objeto de la política, manipulados por políticos y punteros inescrupulosos. La condición de “objeto” era la diferencia entre el ciudadano y el cliente. Los beneficios sociales que los mantenían al borde de la marginalidad, sólo se renovaban si el cliente se subordinaba a la maquinaria política del kirchnerismo mostrando su apoyo incondicional. Pero el cliente debía aprender a respetar no sólo por dinero, sino también debía aprender a esperar. Esa era la clave de un ejercicio de disciplinamiento. Esperar mucho, esperar siempre. En las colas, en el colectivo, en el hospital, en la municipalidad. Así se llegó a niveles de pobreza, inflación, endeudamiento, déficit fiscal exorbitantes. En la reciente marcha de rechazo a la reforma laboral, la CGT deberá pagar 200 millones de pesos para reparar los daños y la suciedad de la plaza de Mayo. Pero la limpieza de ese basural no la pagan los sindicalistas, sino los trabajadores con sus aportes solidarios. Este año que finaliza empieza a poner en marcha el cambio cultural. Acompañado de déficit cero, inflación anual de poco más del 30 %, desregulaciones y riesgo país por debajo de 600 puntos. La aprobación del presupuesto es prioridad absoluta. Con una Justicia que está acelerando los tiempos, y procesando a quienes robaron al pueblo y actuaron con total impunidad. La causa Cuadernos avanza, allanamientos, el escándalo del fútbol con Chiqui Tapia, en los próximos meses serán Hotesur, Los Sauces y el memorándum con Irán. Todo esto con el apoyo y la decisión de la mayoría de los argentinos. Avances importantes para un país mejor. Pero para que haya crecimiento hay que generar riqueza. Y mayores oportunidades para todos. Y el mecanismo para más oportunidades es la educación. La educación está en el centro del cambio cultural. Y son los sindicalistas vitalicios los que hacen el mayor daño al cambio cultural, ya que llevan al sistema hacia la destrucción del mérito. Si se revalúa la educación, mejorarán las oportunidades y con medidas como la modernización laboral que incentiven el trabajo y la creación de nuevas empresas, podremos lograr más riqueza y menos trabajo informal. El camino es complejo, pero la oposición al gobierno está cuestionada y devaluada, por corrupta y por incapaz. Somos los argentinos los que debemos demostrar coherencia, previsibilidad, seriedad e instituciones confiables, y que tenemos estrategia de desarrollo productivo que premia el trabajo y el esfuerzo. Así podremos atraer inversiones. Todos los ciudadanos responsables deben sostener el cambio cultural para terminar definitivamente con la pobreza, las mafias, y poner a la República en el lugar donde supo estar.

José Manuel García González  

Josemgarciagonzalez@yahoo.com.ar

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