
FELICES. Walter Montillo posa junto a su hijo Santino durante su partido despedida.

La despedida de Walter Montillo en el Estadio Nacional de Santiago no fue solo un partido homenaje: se convirtió en una ceremonia de emociones profundas que tuvo un protagonista inesperado y entrañable. Su hijo Santino, quien nació con síndrome de Down y atravesó cirugías decisivas en sus primeros meses de vida, anotó un gol que hizo vibrar a los miles de hinchas presentes en Chile.
El adolescente ingresó en el segundo tiempo y, tras marcar, fue rodeado por excompañeros de su padre como Álvaro Fernández y Mauricio Victorino, quienes celebraron como si fuera una final. La ovación fue instantánea, visceral, y se sintió como el cierre perfecto de una historia que había empezado quince años antes, cuando la hinchada chilena organizó cadenas de oración por la salud del pequeño.
Desde entonces, la familia Montillo y la U de Chile construyeron un lazo irrompible. En aquellos días difíciles, el mediocampista argentino saltó al campo frente a Unión San Felipe sosteniendo en alto a Santino, buscando fuerza en la gente que lo había abrazado sin pedir nada a cambio. Ese gesto fue devuelto miles de veces.
Y en esta despedida, el destino regaló un espejo perfecto del pasado. El técnico Gerardo Pelusso permitió el ingreso de Santino, quien corrió directo hacia Juan Manuel Olivera. El uruguayo lo alzó y lo llevó hacia la hinchada, recreando la postal icónica de 2009. En la tribuna, una bandera volvió a decir lo que decía entonces: “Aguante Montillo. Fuerza Santino”.
Um momento de aquecer os corações: o gol do filho Santino na despedida de Walter Montillo dos gramados.pic.twitter.com/sy1FoKw6HO
— Leonardo Bertozzi (@lbertozzi) December 17, 2025
Una noche cargada de memoria y agradecimiento
El homenaje reunió a figuras como Juan Pablo Sorín y excompañeros de clubes donde Montillo dejó huella: San Lorenzo, Morelia, Cruzeiro, Santos, Shandong Luneng, Botafogo y Tigre. También hubo presencia Albiceleste, ya que el exvolante disputó seis partidos con la selección argentina.
Conmovido hasta las lágrimas, Montillo agradeció la fidelidad de la U. “Muchos chicos que hoy me piden una foto lo hacen porque sus padres les contaron de mí. La primera vez que vine acá fue hace 17 años, algunos ni habían nacido. Eso es hermoso: la pasión se hereda”, dijo con la voz quebrada.
También confesó cómo vivió las horas previas. “Lloré mucho antes del partido, por eso salí más relajado. Se me pone la piel de gallina… Cantan diez minutos sin parar. Estoy acostumbrado, pero muchos se sorprenden cuando lo escuchan por primera vez”.







