Estudiantes campeón del Clausura 2025: la lectura táctica de Eduardo Domínguez y un plan que se sostuvo hasta los penales contra Racing

Con orden, paciencia y convicción, el equipo platense impuso su idea ante la "Academia", resistió los momentos de mayor presión y encontró en Muslera y la pelota parada las claves para quedarse con la final.

DECISIVA. Estudiantes se coronó campeón tras un partido lleno de tensión, donde el empate 1-1 en el tiempo regular y la definición por penales marcaron el camino hacia el título. DECISIVA. Estudiantes se coronó campeón tras un partido lleno de tensión, donde el empate 1-1 en el tiempo regular y la definición por penales marcaron el camino hacia el título. LA GACETA / DIEGO ARAOZ
Gonzalo Cabrera Terrazas
Por Gonzalo Cabrera Terrazas Hace 5 Hs

Como en una partida de ajedrez que se estira más de lo previsto y obliga a pensar cada movimiento con precisión quirúrgica, la final se jugó primero desde la cabeza y después desde las piernas. El técnico de Estudiantes, Eduardo Domínguez entendió desde el arranque que el partido no pedía vértigo ni posesiones largas, sino lectura del contexto, temple y una estructura capaz de sostenerse incluso cuando el cansancio hiciera mella.

Por eso apostó a un 4-4-2 clásico, reconocible y funcional, con la dupla Guido Carrillo-Edwuin Cetré como referencia ofensiva y con un bloque pensado para competir antes que para lucirse.

El contraste con Racing fue nítido. La “Academia” eligió un 4-3-3 ofensivo, con amplitud por las bandas a través de Santiago Solari y Duván Vergara, y con Adrián “Maravilla” Martínez como eje del ataque. Frente a ese dibujo, el “Pincha” respondió cerrando líneas, achicando espacios interiores y obligando al rival a jugar por fuera. Carrillo y Cetré no actuaron como delanteros aislados, sino como puntos de apoyo: uno fijando centrales, chocando y descargando; el otro aportando velocidad, cambio de ritmo y profundidad.

La mitad de la cancha fue el territorio donde se explicó gran parte del desarrollo. Santiago Ascacibar y Ezequiel Piovi funcionaron como un doble cerrojo, alternándose para presionar y equilibrar.

Cuando Racing intentó progresar por el centro, se encontró con un embudo que lo forzó a decidir rápido y, muchas veces, mal.

El conjunto de La Plata no buscó dominar la pelota, sino administrar el terreno y el ritmo. Cada recuperación fue una forma de respirar y de enfriar el partido.

La columna vertebral

En defensa, el equipo aceptó jugar largos pasajes cerca de su área, pero lo hizo con orden y convicción. Santiago Núñez y Leandro González Pirez defendieron con mentalidad de trinchera, atentos a la potencia de “Maravilla” y priorizando el despeje antes que el riesgo. Cuando el sistema se vio exigido, emergió una de las grandes figuras de la noche: Fernando Muslera. El arquero sostuvo al equipo en los momentos de mayor zozobra, con atajadas clave durante el partido, en el alargue y luego en la definición por penales.

Con la pelota, el “Pincha” fue un equipo quirúrgico. No acumuló situaciones, pero cada avance tuvo intención. Cetré fue el futbolista más desequilibrante, generando faltas y situaciones que potenciaron la pelota parada, una de las armas históricas del club. En ese rubro también se destacó Román Gómez, firme en el duelo con Vergara y criterioso para proyectarse cuando el contexto lo permitió.

Carrillo, aun condicionado físicamente, cumplió un rol táctico central. Jugó de espaldas, sostuvo al equipo en campo rival y nunca dejó de ofrecerse como referencia. Sus ocasiones y, sobre todo, su gol agónico en tiempo de descuento no fueron casualidad: fueron la consecuencia de insistir y de creer hasta el final. El empate llegó desde una pelota parada ejecutada por Sosa, confirmando una lectura clara del partido.

El tramo final fue la confirmación del plan. Con el cansancio dominando la escena, Estudiantes cerró líneas, redujo riesgos y apostó a no conceder.

Muslera volvió a aparecer con una atajada determinante a “Maravilla” Martínez a los 114 minutos; Núñez sostuvo el sistema desde el sacrificio, y el equipo llegó a los penales entero desde lo emocional.

La definición desde los doce pasos fue la síntesis perfecta del desarrollo. Un arquero decisivo, ejecutantes convencidos y una idea sostenida hasta el último remate. No hubo azar ni improvisación.

Estudiantes no ganó por dominar ni por jugar más vistoso, sino por entender mejor el contexto, resistir cuando fue necesario y ejecutar cuando ya no había margen de error.

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