Hace dos años, Javier Milei asumía la Presidencia de la Nación Casa Rosada
Al año le quedan tres semanas y este 2025 no dio respiro. Todo puede pasar mañana, que cambie no sólo el ayer. La lógica política se modificó. Los verbos gubernamentales que rimen con la terminación “ei”. La dinámica del poder gira en torno a Javier Milei. Sin embargo, el mundo no mira tanto las personas, sino la continuidad de los planes de gestión. Sigue el modelo, las ideas y las proyecciones acerca de cómo un país se recuperará de tantos años de mala reputación.
Tras la locura que vivimos en septiembre y el respiro de octubre, los mercados parecen pedir algo simple: reglas, no héroes, dice la economista tucumana Regina Martínez Riekes. En países serios, alternancia no implica un cambio de modelo. En la Argentina, en tanto, plantea la directora de Amauta Inversiones, cada elección es una refundación: del estatismo al shock, del proteccionismo a la apertura, del déficit eterno al bisturí fiscal.
En dos años de mandato, Milei ha pasado de un ajuste fiscal brutal a intentar colocar en el mercado internacional un bono a una tasa de un dígito. La macroeconomía acompañó a la administración de La Libertad Avanza. El ministro de Economía, Luis Caputo, está compenetrado en resignar cantidad por una cuota de credibilidad en el mercado. En el mundo financiero se analizó que la decisión de avanzar en la colocación de U$S 1.000 millones a un interés del 9% tiene un sentido claro: convalidar una tasa razonable y jugar con las expectativas. Si la licitación es exitosa, le permitirá al Gobierno nacional financiar sus vencimientos, cubrir el déficit de cuenta corriente y acumular reservas internacionales manteniendo el actual esquema de bandas cambiarias. El “operativo seducción” al capital se apoya en la disciplina fiscal y en un músculo político cada vez más fuerte, consiguiendo la primera minoría en el Congreso, con una oposición sin rumbo, plantea Cohen Aliados Financieros.
En la lógica del Palacio de Hacienda, la idea es que los inversores observen que hay una tasa de referencia, más allá del precio. Es como aquel joven que llega a la casa y le dice a su mamá “me saqué un 9”, pero detrás de esa nota hay otras materias que todavía faltan rendir. Por ejemplo, la microeconomía. En los últimos días, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina ha dado en el corazón del problema. En su informe, esa casa de altos estudios reconoce que la tasa de pobreza ha descendido, pero no en la medida que lo mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). ¿Qué pasó? Según el director del Observatorio, no hubo malversación estadística, sino una base de cálculo desactualizada. El organismo que dirige el economista Marco Lavagna calcula la Canasta Básica Total (CBT) sobre la encuesta de gastos de los hogares de hace dos décadas. Si tomamos como referencia la de 2017, esa misma canasta no costaría $ 1,2 millones mensuales para una familia tipo, sino que escalaría a $ 1,9 millones. En consecuencia, la pobreza por ingresos sería más alta que el 31% informado por el Indec.
Sólo con la macro, al Gobierno nacional le costará recuperar el tejido social. Las desigualdades estructurales persisten: los estratos socioeducativos más bajos siguen siendo los más afectados, pero también se observa un deterioro significativo en sectores medios. El 25% superior permanece prácticamente inmune a las privaciones económicas. En el período reciente, la pobreza mejora más que el estrés económico: algunos hogares tienen más ingresos, pero no necesariamente mayor capacidad de consumo ni menor tensión financiera, detalla el reporte de la UCA. Lo más inquietante para la gestión está en el corazón de aquellos que, en 2023, apostaron por el cambio. Desde 2022 se registra un fenómeno nuevo: un aumento significativo del malestar en las clases medias argentinas, asociado al deterioro de expectativas, la pérdida de estabilidad laboral y el sentimiento de movilidad descendente.
En Tucumán, el índice baja, pero no con la velocidad deseada para un distrito considerado como eje regional. Al cierre del primer semestre (último dato oficial disponible), la pobreza alcanzó el 40,8% de la población. Una leve mejora se observó en la distribución del ingreso. De acuerdo con los datos de la Dirección de Estadística de la Provincia, el 10% de la población de menores recursos recibe el 3% de los ingresos totales, mientras que el 10% de los más adinerados recibe el 27,3% de aquellos ingresos en el territorio tucumano. El sostenimiento de los ingresos, particularmente de los planes asistenciales del Estado, impacta directamente en la brecha: por cada peso que recibe una persona del decil de menores ingresos, una persona perteneciente al decil de mayores ingresos recibe, en promedio, 9 pesos. En tiempos de elevada inflación, aquella brecha era mayor unas 15 veces.
Más complicada es la realidad por hogares. En promedio un ingreso total familiar en Tucumán llegó a $ 1.313.641 mensuales. Por cada peso que percibe un hogar perteneciente al decil de menores recursos, un hogar más elevado en la pirámide socioeconómica recibe 9,8 en promedio. Al observar el comportamiento del ingreso, medido por hogares, puede inferirse que, al cerrar este año, la pobreza puede llegar a terminar entre un 38% a un 40%, marcando un leve descenso. Para conocer estas cifras, de manera definitiva, habrá que esperar hasta marzo del año que viene.
Frente a estas dos caras de una misma moneda (una macro que busca riquezas y una micro que sigue en la pobreza), la Argentina necesita generar oportunidades para que más capitales lleguen al país y para reactivar el mercado laboral. Milei habla de reformas estructurales como esa llave que le permitirá abrir las puertas al cambio. Y, en esa dinámica, también juegan las expectativas. En eso también se inscribe la baja de las retenciones al agro.
Más allá de que falten tres semanas para cerrar este 2025, gobernadores como el tucumano Osvaldo Jaldo aceleran los planteos para que la Casa Rosada cumpla las viejas promesas y pague las alianzas transitorias institucionales. Ese fue el trato, dicen en la sede del Poder Ejecutivo tucumano. En este sentido, todas las miradas se dirigen hacia Luis Caputo. Jaldo está armando bloques propios en el Congreso porque, de esa manera, podrá negociar con soltura cada vez que Tucumán requiera de la asistencia nacional.
Milei celebra que LLA llega a ser la primera minoría parlamentaria, pero la oposición también juega. Ningún plan económico sobrevive sin un sistema político que pueda contenerlo. Un peronismo más racional -lejos de La Cámpora de Máximo Kirchner y del estatismo del bonaerense Axel Kicillof- podría ser leído como ancla de estabilidad, no como antagonista, indica Martínez Riekes.
Una pregunta se hace la economista, en su último posteo en redes sociales, respecto de lo que puede acontecer en el año nuevo: “¿y si el verdadero éxito de la gestión libertaria no depende del oficialismo… sino de la oposición que la suceda, la complemente y la contenga?” Es la misma pregunta que viene haciéndose Jaldo, aunque el gobernador sabe que el planteo será en soledad porque, en la actualidad, el Partido Justicialista no tiene líder a la vista. La orfandad partidaria lleva a la alianza institucional, porque, como escribió Litto Nebbia, sólo se trata de vivir (o sobrevivir política e institucionalmente).







