A través de este medio que generosamente nos ofrece LA GACETA, quiero, en primer lugar, agradecer al diario y particularmente al periodista Guillermo Monti, la deferencia de la publicación de su extenso artículo: “El verdadero héroe en «El Eternauta» es el Ejército argentino” (18/11/25), referida a mi libro “Para bien leer «El Eternauta»” (Ed. “Desiderata”, Grupo “Argentinidad”, CABA, abril 2025, presentado en la última Feria del Libro en Buenos Aires), en la que puso todo su empeño y profesionalismo. En segundo lugar, y consciente de la importancia de ese artículo, ruego se me permita un par de observaciones que creo necesarias, dado el intento de analizar el complejo drama de nuestra cultura, su afincamiento en el arduo proceso pendular de nuestra historia, sostenido en una manifestación artística, cara al sentimiento popular, como la Historieta, iluminada desde su icónica expresión: “El Eternauta”, y la resignificación ideológica de la obra de Oesterheld, su autor. 1) Sostiene el libro (págs. 15 a 17): […] “… siempre el héroe será él, el jefe, el organizador, el intrépido, el sobreviviente, el sufriente, el referente, el testigo, con nombre y apellido, con historia y relaciones personales: Juan Salvo, “EL” Eternauta. […] No en vano la obra es bautizada por el Oesterheld de 1957 con un nombre propio, singular: El Eternauta, el otro nombre de Juan Salvo, su alias. […] No se le ocurrió ponerle, por ejemplo; “La invasión de los Ellos” o “Buenos Aires, hora cero”, u otros mejores nacidos de su ingenio y todos abiertos a la posibilidad del «héroe colectivo»…”; y 2) por supuesto, el libro hace un explícito reconocimiento del valor institucional y nacional del Ejército Argentino, desde que lo hace el mismo Oesterheld, el de 1957/59, pág. 76 (“El Eternauta”, Doedytores, Bs.As., 2012), cuando, acorralados por el horror de la invasión y el asedio de otros supervivientes, Juan Salvo, su familia y sus amigos, sólo piensan en huir, muy lejos, aparece un piquete del Ejército llamándolos a sumarse al combate contra el invasor. Oesterheld, entonces, le hace decir a Salvo: “¡Todo empieza a ordenarse! ¡No estamos tan solos como creíamos!”. Y Favalli contesta: “No… Es una gran cosa que haya un núcleo organizado…”. Dice el libro: Oesterheld […] “incorpora a los hombres a una estructura jerárquica, orgánica, centralizada, comunitaria, nacional e histórica y superviviente como tal, como estructura: el Ejército Argentino, del que han sobrevivido, en Campo de Mayo, medio millar de hombres y con buena parte de su escalafón: un jefe, varios oficiales, suboficiales; y tanques, artillería, parque, transportes, logística y buzos-uniformes aislantes perfectamente hechos por técnicos militares, aptos para el rigor del combate, es decir, una muestra cabal del ingenio y la capacidad industriosa nacional -con limitados recursos materiales y en horas-, al servicio de la defensa de la Patria. De pronto hay una nueva luz en los corazones: no todo está perdido; vamos a pelear, es posible pelear. Otra vez el general San Martín podía exclamar: “¡No somos empanadas que se comen de un bocado!”, como después de la Vuelta de Obligado”. Más adelante, el libro dirá: “Pero, es en ese momento cuando, además de vivir la espantosa realidad de la invasión extraterrestre, se les ha quebrado el sentido de pertenencia social, han quedado aislados, amenazados e indefensos, cuando les ahoga la certeza de que cualquier persona […] pueda transformarse en […] un monstruo…, es, en ese momento terrible, que en Oesterheld se enciende, una vez más, y también providencialmente, el sentido nacional de sus raíces culturales, lo cual marcará […] una esencial diferencia con la visión anglosajona de Wells y abrirá una brecha infranqueable con la perversa mendacidad marxista, gramsciana o “montonera”, es decir, cipaya, antinacional: pone en el centro de la escena al Ejército Argentino”. Gloria eterna a nuestros héroes -reales o de una ficción no muy lejana a la realidad, militares o civiles, como el Dr. Salvador Mazza combatiendo el mal de chagas- en los que nosotros y las generaciones venideras podremos sostenernos en la esperanza. Gracias a Dios. [Para los interesados en estos temas, el libro los profundiza en: “Y aparece el Ejército Argentino”, de pág. 15 a 17; “Providencialmente, el Ejército Argentino”, de pág. 324 a 327 y “El espejismo ideológico del «héroe colectivo», devenido en dogma”, de pág. 333 a 337].
Arturo Arroyo amarroyo@hotmail.com.ar







