La crisis de un transporte público fragmentado

Hace 7 Hs

La crisis del transporte público en Tucumán lleva más de cuatro décadas. Lejos de lograrse una solución, la situación tiende a agravarse cada año. En primer lugar, el servicio de ómnibus es deficiente, en tiempo y forma, y costoso en relación a otros medios de transporte, además de que insólitamente conviven dos modelos de pago, uno para la capital y otro para el resto de la provincia, algo que no sucede en otros distritos argentinos, lo que le complica y encarece la vida a la gente, obligada a pagar dos o más boletos para viajar por la misma ciudad. Esto llevó a que muchos apelaran a opciones más económicas y efectivas. Las motos encabezan esa lista y se multiplicaron por miles en la última década. Con poco dinero le permiten al usuario trasladarse con libertad por dónde necesite. Luego surgieron las plataformas de transporte, de autos o de motos, que según el caso pueden ser más baratas que los colectivos y presentan la ventaja de que son viajes puerta a puerta y sin las prolongadas esperas que deben soportar los pasajeros en algunas líneas de ómnibus.

Después están los taxis, cuya calidad del servicio, además de costoso, se ha ido deteriorando desde la década del 90, con el surgimiento del anárquico sistema de remises. Además, el número de taxis en la capital cuadriplica a la cantidad recomendada para que ese negocio resulte rentable, tanto para el propietario de la licencia como para los choferes, según cifras estimadas por organizaciones internacionales.

También existen los autos rurales, que se estiman son unos 10.000 en la provincia, los que cuando ingresan al área metropolitana o al centro de la capital se transforman en “remises”, incluso con paradas fijas dentro del macrocentro, conocidas por las autoridades.

A este caótico contexto de transporte deben agregarse los taxis del resto de los municipios que integran el Gran Tucumán.

Como ya se planteó en reiteradas oportunidades, sobre todo en la Fundación Ibatín Proyecto Metropolitano, además de varios urbanistas y especialistas en movilidad, la solución debe ser integral y unificada para todo el Gran Tucumán, donde habita el 70% de la población, e incluso contemplar a toda la provincia en su conjunto.

En una jurisdicción tan chica y con una demografía tan concentrada, resulta insólito que convivan tantos medios de transporte, bajo diferentes reglas según el municipio, con servicios cada vez más deteriorados, ineficientes y en muchos casos fuera de la ley.

La provincia debería liderar un proceso de unificación y saneamiento del transporte público, volver a fojas cero, y facilitarle la vida a los tucumanos, en tiempo y costos de traslado, con autos de alquiler en condiciones y con los papeles en regla, y un servicio de colectivos único, rápido y económico, que no obligue al usuario a largas esperas y a tener que pagar hasta cuatro o seis boletos diarios para trasladarse.

De continuar este modelo fragmentado, ineficiente y caro, la crisis del transporte no hará más que seguir empeorando. Porque se sabe que donde el Estado no ordena y fracasa, se imponen la anarquía, el vale todo y los intereses particulares por sobre los colectivos.

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