YA CONOCEN EL CAMINO. Argentina enfrentará a Fiji, España y Canadá en la fase de grupos del Mundial 2027; Santiago Carreras (foto) es uno de los jugadores claves para Felipe Contepomi. Walter y Juan Gasparini / Gaspafotos / Los Pumas
En Australia 2027, Los Pumas enfrentarán un escenario completamente nuevo. El sorteo determinó que compartirán el Grupo C junto a Fiji, España y Canadá, un trío que combina historia, evolución, mundos distintos dentro del rugby y una cuota de incertidumbre que obliga a mirar cada detalle con atención. Pero el verdadero punto de partida no será en 2027, sino el 3 de febrero de 2026, cuando World Rugby anuncie el fixture oficial. Ese día comenzará realmente el Mundial. El orden de los partidos, los días de descanso y la distribución exacta de sedes son variables que no solo influyen en la preparación, sino en la energía emocional y en la capacidad de administrar riesgos a lo largo de un torneo tan extenso.
La fecha del fixture se vuelve crucial porque existen caminos sensiblemente diferentes según cómo quede acomodado el calendario. Para Argentina, incluso en la previa, hay un interrogante claro: ¿qué le conviene más? La respuesta, como casi siempre en los Mundiales, está en la tabla.
Pronósticos
Si Los Pumas terminan primeros en el Grupo C, su rival en octavos saldrá de los mejores terceros de los Grupos A, E o F. En este sentido, aparecen nombres como Chile, Tonga o Samoa, quienes serían los candidatos para quedarse con esa posición. Puede parecer un matiz menor, pero en la práctica significa evitar a una potencia europea en el primer cruce eliminatorio y, además, conservar un margen de desgaste inferior de cara a los cuartos de final. Un comienzo más accesible no garantiza nada, pero sí puede ordenar las energías para el tramo decisivo.
Por el contrario, si Argentina finaliza segunda, el panorama cambia drásticamente: se enfrentará al segundo del Grupo F, donde asoman Inglaterra y Gales como máximos candidatos. Ese emparejamiento anticipa uno de los cruces más duros del torneo y convierte en casi obligatorio el objetivo de ganar la zona.
A esto se suma el armado global del cuadro que diseñó World Rugby: los ganadores de los Grupos A, B, C y D se medirán con los mejores terceros, mientras que los segundos de A y C lo harán ante los segundos de E y F. En esa ingeniería, el futuro de Argentina también depende de los otros grupos: la llave de cuartos podría emparejar a Los Pumas con el ganador del duelo entre el primero del Grupo D -una zona que reúne a Irlanda, Escocia, Uruguay y Portugal- y otro de los mejores terceros. Es decir, una potencia europea casi asegurada en esa instancia, aun si el recorrido previo hubiese sido favorable.
La alternativa tampoco ofrece demasiadas facilidades. Si Argentina avanza como segundo, y supera los octavos, los cuartos de final los cruzarían con el primero del Grupo E -Francia, Japón, Estados Unidos o Samoa- o con el segundo del Grupo D. En todos los casos, la densidad competitiva es alta. Sin embargo, hay un detalle que cambia el tono previo al Mundial: Los Pumas evitarán a Nueva Zelanda y Sudáfrica hasta semifinales. En un torneo largo, con traslados y recuperación física como factores determinantes, no cruzarse con esos dos gigantes hasta la última parte del certamen puede transformarse en un beneficio enorme. No define nada, pero ordena prioridades.
EL CUADRO DEFINIDO. En octavos de final, Argentina tiene dos alternativas: si termina primero, chocaría frente al tercero del grupo A, E o F; mientras que si sale segundo, irá frente al segundo del grupo F.
Los rivales
Más allá de los cruces futuros, el foco inmediato está puesto en los rivales del grupo. Y ahí es donde Argentina se encuentra con un mapa inusual. Solo jugó contra uno de estos tres equipos en una fase de grupos mundialista. Todo lo demás será territorio inexplorado.
El desafío más complejo es Fiji. La única vez que Argentina enfrentó al seleccionado del Pacífico en un Mundial fue en 1987, con derrota por 29-8 en la edición inaugural. Pero lo que importa es el presente, y el presente de Fiji impone respeto. Tras regresar a cuartos de final en Francia 2023, un logro que no conseguían desde 2007, el equipo consolidó un perfil propio: dinamismo, imprevisibilidad, potencia física, lectura de espacios y un sistema ofensivo que convirtió al equipo en un rival capaz de romper cualquier estructura defensiva. Con Mick Byrne como entrenador y Tevita Ikanivere como capitán, Fiji acumula nueve Mundiales jugados, casi cien tries apoyados, tres clasificaciones a cuartos en su historia y un crecimiento sostenido que lo mantiene entre los mejores del mundo. No serán un obstáculo: serán una vara.
Además, llegan como vigentes campeones de la Pacific Nations Cup, un torneo que disputan Japón, Samoa y Tonga, y donde superaron en la final a los japoneses por 33-27. En su calendario reciente también figuran partidos ante Inglaterra, Australia y Francia, con derrotas frente a todos, y un triunfo ante España por 41-33. A Canadá, rival también de este grupo, lo vencieron 63-10 en semifinales de la competencia del Pacifico. Es decir: Fiji combina resultados, proyección y madurez competitiva. Lo único claro es que ese partido marcará el tono del Grupo C.
España representa la novedad absoluta. Jugó un solo Mundial, en 1999, sin triunfos ni tries, pero su presencia en Australia 2027 implica un salto estructural. Su regreso a la escena global se consolidó tras ganar un lugar en el Campeonato Europeo de 2025, y esta edición será la primera oportunidad para medirse contra una potencia del sur con regularidad mundialista.
Con el argentino Pablo Bouza, como entrenador, y Álvaro García Albo como capitán, España llega sin tradición fuerte, pero con una identidad en construcción. Y, sobre todo, con la presencia de un número creciente de jugadores nacidos en la Argentina: Joaquín Domínguez (pilar del CASI), Estanislao Bay (medio-scrum de CRAI), Gonzalo López Bontempo, formado en Rugby Alcalá, Iñaki Mateu, nacido en Tucumán pero formado en Alcobendas, y Martiniano Cian, surgido en Club Tilcara.
En España hay una mezcla de raíces, influencias y una idea simple: competir, incomodar y capitalizar cada oportunidad. No tiene antecedentes mundialistas ante Argentina ni ante gigantes como Nueva Zelanda, Francia o Irlanda; su llegada agrega interrogantes y, también, una expectativa distinta.
Canadá completa el cuadro inicial. Es un histórico: jugó nueve Mundiales y llegó a los cuartos en 1991, un hito que marcó a toda una generación. Pero su presente dista mucho de aquel esplendor. Su última participación fue en 2019, y hoy se ubica en el puesto 25 del ranking. Aun así, mantiene un valor crucial: la experiencia de haber compartido zonas con Sudáfrica, Nueva Zelanda y otras potencias durante décadas. Dirigido por Steve Meehan y liderado por Lucas Rumball, llega con perfil bajo y con la necesidad de reconstruir su identidad competitiva. Argentina nunca enfrentó a Canadá en una fase de grupos, lo que agrega otro capítulo inédito.
La combinación de estos rivales dibuja un grupo heterogéneo: un seleccionado consolidado y poderoso, uno emergente que quiere instalarse en la elite y uno histórico que busca recuperar terreno. En ese escenario, Los Pumas llegan con un estatus que jamás habían tenido: por primera vez fueron cabeza de serie. Es un dato que no solo habla del presente del equipo, sino del lugar que ocupa en el rugby internacional.
El Mundial aún está lejos, pero la lectura ya comenzó. Fiji exigirá el mejor nivel desde el inicio. España demandará concentración y consistencia. Canadá obligará a no relajarse. Y el fixture, cuando llegue el 3 de febrero de 2026, terminará de escribir el camino. Lo que está claro es que en Australia 2027 el desafío será total: físico, mental, estratégico y emocional. Incluso antes de que empiece la acción, el torneo ya anticipa intensidad. Y también una buena medida de cuánto puede dar este equipo.






