TRASTORNOS ALIMENTICIOS. El estudio de una universidad polaca señala la dieta restrictiva y la comparación en redes como los factores más determinantes. / PEXELS
Un informe del Departamento de Dietética de la Facultad de Salud Pública de Bytom (sur de Polonia) publicado por el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) detectó que el 47% de los jóvenes de 16 a 25 años enfrenta el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario, con las redes sociales como uno de los factores más influyentes.
Realizado entre abril y junio de 2024, el estudio aporta datos que ayudan a entender qué prácticas aumentan el riesgo y qué señales deben tomarse en serio. Sus conclusiones sirven como punto de partida para identificar situaciones que requieren consulta profesional y para promover hábitos más saludables.
Una problemática que afecta más de lo que se cree
El trabajo incluyó a 261 jóvenes: se trata de estudiantes secundarios, universitarios y personas que ya trabajan. El 47% mostró riesgo de trastornos alimentarios. La cifra aumenta en estudiantes de secundaria, donde el 56,6% se ubica en una zona de riesgo.
También aparecieron diferencias por género. Entre los varones de nivel secundario, el porcentaje subió al 64%. Los autores señalan que la presión estética también afecta a los hombres, aunque suele visibilizarse menos.
Las plataformas digitales aparecen como uno de los factores más asociados al riesgo. La mitad de quienes comparan su cuerpo con el de otras personas en redes presenta señales de alerta. La edición de fotos también muestra una relación directa: quienes retocan sus imágenes con frecuencia tienen mayor probabilidad de entrar en prácticas alimentarias restrictivas.
Aunque la baja autoestima suele mencionarse como causa, este estudio no encontró una relación estadística significativa entre autoestima y riesgo. En cambio, el factor decisivo es la dieta restrictiva: aparece como el predictor más fuerte.
Qué mirar y cuándo pedir ayuda
Los investigadores insisten en identificar cambios en los hábitos alimentarios, dietas extremas, obsesión por la imagen corporal, angustia al ver fotos propias o ajenas, y necesidad de controlar por completo la comida. Señalan que estas señales requieren atención profesional temprana.
El trabajo se realizó en Polonia, pero sus conclusiones coinciden con lo que especialistas de otros lugares observan en consultorios: las redes amplifican la presión estética, sobre todo en adolescentes.
La investigación deja un mensaje claro: la combinación de comparación constante, dieta restrictiva y presión estética digital aumenta de forma considerable el riesgo de trastornos alimentarios en jóvenes. Promover una relación más saludable con la comida, cuestionar los estándares irreales y reforzar la educación digital aparece como una necesidad urgente. Aunque el estudio se enfocó en un solo país, plantea preguntas y advertencias que resuenan en cualquier lugar donde la vida cotidiana pasa por una pantalla.






