UNIDOS. La iniciativa que embelleció el paisaje del lago San Miguel y alrededores, nació de un grupo deportista Fotos Alfre Molina Palazzo
Ayer el clima amaneció agradable después de una noche de lluvia que dejó unos amables 23°, que acompañaron a más de 50 personas se reunieron en el parque 9 de Julio para participar de una actividad simple y novedosa. Ellos corrieron y recogieron basura al mismo tiempo. El movimiento se llama plogging y, aunque nació hace menos de una década, ya gana terreno en ciudades de todo el mundo. Así Tucumán se sumó a esa tendencia global con su primer “Plogging Day”, organizado por el grupo de corredores Rush.
¿Qué es el plogging?
El plogging combina ejercicio aeróbico -principalmente running o caminatas- con la recolección de residuos. El término proviene de jogging y plocka upp, que en sueco significa recoger. La idea es que mientras se corre o se trota, se levantan los desechos que aparecen en el camino y se depositan en bolsas. Cada salida se convierte así en un gesto doble que une bienestar personal y cuidado ambiental.
Aunque la práctica todavía suena extraña para mucha gente en Argentina, la iniciativa surgió en 2016 en Estocolmo, cuando el activista Erik Ahlström comenzó a organizar grupos de corredores para limpiar la ciudad mientras entrenaban. La idea se viralizó con rapidez y dio origen a un movimiento global que hoy suma adeptos en decenas de países.
En algunos lugares, incluso, tomó dimensiones masivas, como el World Plogging Championship en Italia que reúne a participantes de distintos continentes que compiten por recolectar la mayor cantidad de residuos, mientras que ciudades como Nueva Delhi impulsan campañas nacionales encabezadas por activistas ambientales. En Japón existe una versión competitiva llamada SpoGomi, con torneos por equipos que ya tienen su propio mundial.
En Tucumán, la iniciativa llegó de la mano de Rush, un grupo de corredores que organiza actividades bajo la consigna Social Run. Lucía Pérez Villa, una de las organizadoras, contó que querían hacer algo distinto: “La idea era devolverle un poco a la ciudad. La usamos tanto que nos parecía importante generar una acción que fuera más allá de salir a correr”.
Con esto en mente, ella misma empezó a buscar ideas para sumar impacto, y dio con el concepto de plogging. La propuesta llegó a la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, donde la secretaria de Ambiente Julieta Migliavacca de inmediato les brindó apoyo logístico.
El municipio les proporcionó bolsas, acompañamiento en los circuitos y un vehículo para trasladar los residuos recolectados.
El punto de encuentro fue el Bar Americano, un clásico del parque adoptado como “casa” por el grupo. Desde allí se diseñaron dos circuitos, uno de tres kilómetros por la zona cercana a avenida Soldati y la Casa de la Cultura; y otro de cinco kilómetros que incluía la vuelta al lago, un área donde suele acumularse más basura. “Queríamos abarcar diferentes sectores del parque. Aunque está mucho más limpio que en otros años, igual llenamos una camioneta entera con todo lo que juntamos”, señaló Pérez Villa.
El apoyo municipal no solo garantizó la recolección final, sino también la separación de residuos. “Aprendimos bastante de reciclaje. No todos están acostumbrados a diferenciar lo reciclable de lo orgánico”, contó la organizadora.
Entre los residuos más comunes aparecieron tapitas, sorbetes y cucharitas plásticas, el plástico de un solo uso que se multiplica en cualquier parque del país. “Es lo peor que le hicimos al planeta”, dijo Pérez Villa. El valor comunitario
Además del impacto ambiental, la jornada dejó sensaciones fuertes en quienes participaron. Ernesto Gallardo lo resumió así: “Es genial combinar correr y contribuir al medio ambiente. El grupo fue lo más, súper buena energía. Creo que estas pequeñas acciones son las que generan conciencia”. Sofía Bulacio, también parte del equipo, destacó el trabajo colectivo: “No solo disfrutamos de correr, sino que tuvimos un propósito. Fue un domingo diferente, con trabajo en equipo y buena onda”.
Para muchos, fue también una oportunidad de vivir el parque de otra manera. Olivia Díaz Morán, de 11 años, lo contó con simpleza: “Recolectamos basura mientras trotábamos. Fue un grupo hermoso. Después desayunamos todos juntos y compartimos una linda charla”.
Fue este ejemplo el que más tocó el corazón de Matías Salas, otro de los participantes de la iniciativa. "La nena invitaba a la gente a sumarse y me hizo pensar qué bueno es concientizar a los más jóvenes con este tipo de acciones a cuidar el medioambiente desde pequeños", reflexionó.
Y es que la respuesta de la gente que circulaba por el parque también fue positiva: bocinazos, felicitaciones, preguntas y curiosidad. “Creo que hace falta que alguien empiece para que el resto se anime”, dijo Pérez Villa. La convocatoria superó expectativas con la participación de una 55 personas, y la pregunta inevitable es si habrá una segunda edición. La respuesta es sí, pero recién el año próximo, cuando el calendario anual de Rush vuelva a activarse.







