Descubren en Grecia la telaraña más grande del mundo: un hallazgo científico sin precedentes

La red, de 106 metros cuadrados y habitada por más de 110.000 arañas de dos especies distintas, fue hallada en una cueva sulfurosa en la frontera entre Grecia y Albania.

La telaraña colonial de la Cueva de Azufre alberga una colonia mixta de Tegenaria domestica y Prinerigone vagans Subterranean biology La telaraña colonial de la Cueva de Azufre alberga una colonia mixta de Tegenaria domestica y Prinerigone vagans Subterranean biology IMAGEN TOMADA DE ABC.ES
07 Noviembre 2025

Un hallazgo tan fascinante como inquietante ha sorprendido al mundo científico: en la frontera entre Grecia y Albania, investigadores descubrieron la telaraña más grande jamás documentada, una gigantesca red de 106 metros cuadrados que alberga a más de 110.000 arañas de dos especies diferentes.

El fenómeno fue encontrado en la llamada “Cueva del Azufre”, una formación natural única cuya entrada se encuentra en Grecia, aunque sus galerías se extienden en territorio albanés. La cueva se formó por la acción del ácido sulfúrico, resultado de la oxidación del sulfuro de hidrógeno presente en las aguas subterráneas. En su interior fluye un arroyo rico en azufre que ha dado lugar a un ecosistema peculiar, dominado por bacterias y mosquitos que sirven de alimento a las arañas.

El descubrimiento inicial se produjo en 2022, durante una expedición checa, pero no fue hasta 2024 cuando un grupo de científicos rumanos -entre ellos el biólogo y profesor de la Universidad Húngara Sapientia de Transilvania, László Urák- analizó las muestras de la red y de sus habitantes. Los resultados del estudio acaban de publicarse en la revista científica Subterranean Biology.

Los investigadores describen la estructura como “un colosal mosaico de hilos entrelazados en forma de embudo”, extendido sobre el techo bajo de un estrecho pasillo en completa oscuridad. En esa vasta red coexisten dos especies arácnidas: la Tegenaria doméstica, la más abundante con unos 69.000 ejemplares, y la Prinegrione vagans, con cerca de 42.000 individuos.

“Es un caso único de dos especies cohabitando en la misma telaraña dentro de una colonia tan grande”, explicó Urák, quien considera que este comportamiento podría deberse a la oscuridad absoluta de la cueva, que reduce la visión y la agresividad depredadora entre las arañas.

Ambas especies se alimentan principalmente de mosquitos, los cuales consumen biopelículas microbianas blancas producidas por bacterias que prosperan gracias al sulfuro presente en el agua. Este entorno químico extremo ha dejado huellas profundas en la biología de las arañas: según el estudio, su dieta rica en azufre ha modificado significativamente su microbioma, que es mucho menos diverso que el de sus congéneres que viven en la superficie.

Además, los científicos detectaron alteraciones genéticas que sugieren una adaptación evolutiva a las condiciones extremas del entorno subterráneo. “Cuando creemos conocer una especie por completo, la naturaleza vuelve a sorprendernos. Algunas presentan una plasticidad genética extraordinaria, que solo se manifiesta en condiciones extremas”, destacó el biólogo.

Los especialistas advierten, sin embargo, que este frágil ecosistema depende de un delicado equilibrio químico y biológico. La estabilidad de la colonia y de la cueva misma podría colapsar ante cambios mínimos en el flujo del agua o en la concentración de sulfuro de hidrógeno.

Dado que la Cueva del Azufre se extiende entre dos países, los investigadores subrayan la necesidad de cooperación internacional para proteger este singular hábitat y garantizar la continuidad de las investigaciones.

El hallazgo no solo redefine los límites de lo que se creía posible en la naturaleza, sino que también abre una nueva ventana al estudio de la vida en ambientes extremos, donde la oscuridad, el azufre y la evolución se entrelazan -literalmente- en la telaraña más grande del planeta.

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