REFORMA LABORAL. A pesar de las protestas, Grecia aprobó la jornada excepcional de 13 horas diarias. / GOOGLE
Grecia se convirtió en noticia mundial tras aprobar un régimen de jornada laboral excepcional de 13 horas diarias, que va a contramano de la tendencia a reducir dedicación existente en Europa. La medida impulsada por el Gobierno del primer ministro Kyriákos Mitsotákis busca “modernizar” el sistema de empleo y adaptarlo al avance de la automatización y de la inteligencia artificial. Sin embargo, la propuesta también reavivó un dilema antiguo: ¿más horas significan más productividad?
Una medida que cambia la dinámica laboral europea
El nuevo esquema griego permite extender la jornada hasta 13 horas, pero sólo por un máximo de 37 días al año, es decir, unas tres veces por mes. El límite semanal se mantiene en 48 horas, y la normativa exige respetar tanto el descanso entre turnos como el descanso semanal obligatorio.
Para quienes realicen esas jornadas extendidas, se estableció un bono del 40% adicional por hora trabajada, una cifra que pretende compensar el esfuerzo físico y mental que implica superar la jornada habitual de ocho horas.
En el Gobierno explicaron que el objetivo es dar respuesta a las nuevas dinámicas productivas en sectores donde la continuidad operativa resulta clave, como la tecnología, la robótica o los servicios digitales. De esta manera, las empresas podrán ajustar los turnos cuando haya picos de demanda sin violar el marco legal.
Tecnología, productividad y el regreso del “trabajo extremo”
El modelo griego no es nuevo. Países como Australia, Corea del Sur, Japón y los Estados Unidos ya registran casos de extensas jornadas que buscan sostener ritmos productivos en industrias tecnológicas y de servicios. En Silicon Valley, por ejemplo, hay compañías que trabajan seis días a la semana durante 12 horas diarias, según un informe del New York Times.
La investigadora Margaret O’Mara, de la Universidad de Washington, denomina a este fenómeno “cultura masculina heroica”: una lógica que asocia la productividad con la resistencia física y la disponibilidad total, algo que también caracteriza al sistema “996” de Alibaba en China (trabajar de 9 a 21, seis días por semana). Aunque ese régimen fue invalidado por la Justicia china, sigue aplicándose parcialmente en empresas tecnológicas.
Europa y Asia: dos modelos laborales en tensión
Mientras el continente asiático y las potencias tecnológicas apuestan por modelos intensivos de trabajo, Europa se mueve en dirección contraria. Francia y España redujeron sus jornadas a 35 horas semanales, con el fin de priorizar el equilibrio entre vida personal y laboral. No obstante, esa reducción generó un fenómeno inesperado: el aumento del pluriempleo para compensar los ingresos.
El caso griego, en ese sentido, representa una excepción dentro de la Unión Europea. Para algunos analistas, es un experimento que pone a prueba los límites de la flexibilidad laboral. Para otros, un retroceso que podría ampliar la brecha entre países que priorizan la eficiencia y los que defienden la calidad de vida.
El trabajo del futuro
El debate sobre el tiempo de trabajo se cruza hoy con el avance de la inteligencia artificial, la robotización y los cambios culturales. La pregunta central es cómo garantizar que la tecnología libere tiempo humano en lugar de intensificar las exigencias.
Mientras Grecia ensaya su reforma, la Argentina empieza a debatir la suya y el resto del mundo observa. Y el resultado podría anticipar cómo será la próxima era del trabajo en un escenario donde la productividad compite con el bienestar.






