Recuerdos fotográficos: 1916. La visita del “héroe del pensamiento” a Tucumán
En este espacio de “Recuerdos” LA GACETA busca revivir el pasado a través de imágenes que se encuentran guardadas en ese tesoro que es el Archivo de LA GACETA. Esperamos que a ustedes, lectores, los haga reencontrarse con el pasado y que puedan retroalimentar con sus propios recuerdos esta nueva sección.
José Ortega y Gasset fue considerado el más grande filósofo de la lengua española. Y desarrolló una fascinación y un amor sufrido por la Argentina. De su “Meditación del pueblo joven” (1939) sale la gran frase que nos interpela: “ ¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva...”. El filósofo vino el 14 de octubre de 1916 por cuatro días a Tucumán y dio dos conferencias en la Sociedad Sarmiento, sobre “Cultura filosófica” y sobre “Realismo e idealismo”. En la primera fue presentado por Alberto Rougés, miembro del Consejo Superior de la Universidad, quien se preguntó: “¿Quién es este héroe del pensamiento, que tiene el terrible poder de turbar el profundo reposo de las cosas...?” y se respondió con la frase de Teodoro en El Sofista: “si no creo ver en él a un dios, lo tengo por lo menos por divino, porque los filósofos son para mí hombres divinos”.
Ortega y Gasset vino acompañado por su padre, José Ortega Munilla. Los recibieron el gobernador, Ernesto Padilla, el rector de la Universidad, Juan B. Terán, y la comunidad española, que el 18 les dio una recepción en la Casa de España, como se ve en esta imagen del diario El Orden que Analía Jaramillo fotografió en el ejemplar del Archivo Histórico.
Ortega es el hombre calvo de bigotes al centro y su padre, más alto, de bigote negro y barba, es el tercero de pie desde la izquierda.
Ambos aparecen en la foto pequeña, más clara, tomada ese año en Buenos Aires. Ortega está sentado a la izquierda y su padre aparece de pie, al centro.
En su conferencia de despedida, dijo: “Estudiad, meditad, no confiéis demasiado en esa mentira convencional de que el porvenir de esta joven y rica nación es seguro. El porvenir de los hombres y las naciones siempre es incierto. Hay que forjarlo sobre el yunque de la acción y de la idea, martillando como un cíclope...”








