Cada año, el informe del Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC) da cuenta, en medio de los datos sobre la variedad de situaciones de violencia y malestar en la sociedad, de las cifras de suicidios en el país, puestas con la discreción que se requiere frente a fenómenos que no se alcanzan a comprender y que duelen en lo más profundo. Esas estadísticas son, ciertamente, preocupantes: en Tucumán hubo 199 casos de personas que se quitaron la vida en 2024, apenas un poco menos que las 205 de 2023, pero mucho más que las 93 de 2017, cifra esta última que fue singularmente más baja que las de todos los años de la última década.
En nuestra provincia genera inquietudes que salen a luz cuando emerge la triste noticia, como ocurrió en Monteros cuando se había llegado a las instancias finales de “Enseñame Tucumán” y entre el empuje por el saber de los estudiantes tuvo lugar el final de una vida adolescente. “Ya no se trata de decir ‘ocúpense ustedes’, sino de reconocer que es un tema de toda la sociedad. Cuanta más conciencia u sensibilización haya entre distintos actores e instituciones, más posibilidades tendremos de prevenir -no todas, pero sí más- las situaciones graves”, dijo el psicólogo Daniel Korinfeld, que dio la conferencia inaugural del IX Congreso Internacional de Psicología en Tucumán, el cual, precisamente, llevó el lema “La psicología en un contexto de incertidumbre: desafíos y oportunidades”.
El especialista explicó que este “es un momento de la humanidad de muchas decepciones y mucha desesperanza.,,, las condiciones existenciales de la mayoría no están dando un presente ni un futuro esperanzador, más bien desalentador... en una sociedad donde todo el tiempo hay un bombardeo para que cada uno se encierre en lo suyo.”. Añadió que, además, el mundo digital incide en que genera mucha adicción y se intensifican situaciones de acoso entre pares, ciberacoso, violencias varias. “Además, los chicos y las chicas están pendientes del reconocimiento, de los likes, de estar o no estar. Hay dinámicas peligrosas, como los desafíos virales, y otras aún más graves, como la acción de pedófilos o redes de abuso. El peligro más profundo, sin embargo, es la propia forma en que los gigantes tecnológicos organizan las aplicaciones”.
Hace unas semanas, el secretario de Participación Ciudadana, José Farhat, destacó cómo el diseño persuasivo de plataformas digitales, los algoritmos y la viralización rápida de contenidos pueden exponer a los jóvenes a situaciones de riesgo. “Un hecho de violencia digital entre pares puede generar una herida invisible, que no se percibe si no estamos acompañando”,
Al tiempo que el fenómeno va creciendo epidemiológicamente, la salud mental ha sido desfinanciada por las políticas nacionales y se puede decir que hay un déficit de estas políticas que ya es estructural, “y eso también tiene que discutirse como un compromiso social colectivo”, dijo el psicólogo.
Las propuestas tienen que ver con involucrarse con los adolescentes, tanto en la discusión intergeneracional sobre el uso responsable y crítico de la tecnología, como en “meterse, acompañar, tratar de sacar estas cosas adelante cada día. Esa es una tarea cotidiana, comunitaria y afectiva. Las problemáticas de salud mental no pueden abordarse desde un consultorio aislado, requieren de toda la sociedad”, añadió el profesional, que destacó que “hay que promover una mayor apertura en los efectores de salud mental. Necesitamos más diálogo teórico y práctico con otros actores sociales, y un enfoque participativo y comunitario”.









