Lejos de casa, Atlético Tucumán se queda sin pólvora

El “Decano” volvió a mostrar su versión más apagada fuera del Monumental: cayó 2-0 ante Instituto y casi no generó peligro.

Leandro Díaz, delantero de Atlético Tucumán, no generó ninguna ocasión frente a Instituto. Leandro Díaz, delantero de Atlético Tucumán, no generó ninguna ocasión frente a Instituto.
15 Octubre 2025

La derrota de Atlético frente a Instituto volvió a dejar en evidencia una de las grandes deudas del equipo de Lucas Pusineri: la generación de peligro. En Córdoba, el “Decano” cayó 2-0 sin haber exigido en ningún momento al arquero Manuel Roffo, en una actuación que encendió las alarmas por su falta de profundidad, precisión y convicción en el área rival.

Durante los 90 minutos, Atlético apenas contabilizó ocho remates totales, de los cuales sólo tres tuvieron destino de arco. Ninguno comprometió la seguridad del arquero “albirrojo”. Tampoco hubo asociaciones ni triangulaciones que lograran quebrar el orden defensivo que propuso Daniel Oldrá. La imagen fue la de un equipo que atacó por inercia, sin un plan claro ni la chispa necesaria para lastimar.

Incluso los siete tiros de esquina obtenidos terminaron en la nada. Ni los defensores ni los delanteros lograron conectar de cabeza. Paradójicamente, el primer gol de Instituto llegó precisamente por esa vía: una pelota aérea mal defendida que Jhon Córdoba aprovechó para abrir el marcador.

Un medio desconectado

Las causas del bajón ofensivo del “Decano” se explican, en buena parte, por el desequilibrio en el mediocampo. Kevin Ortiz, que suele ser el primer pase y el equilibrio en la zona media, se vio sobrepasado. No tuvo acompañamiento y perdió demasiadas pelotas en la salida. Sin respaldo ni líneas de pase claras, su rendimiento fue irregular y quedó expuesto ante la presión rival.

Kevin López, en tanto, asumió el rol de creativo, pero cada vez que subía para asociarse con los delanteros, dejaba un hueco en el medio que Ortiz no podía cubrir solo. Su manejo de pelota fue prolijo, aunque poco trascendente. Lo intentó desde media distancia sin suerte, y tampoco encontró receptores dentro del área enemiga. El ex Independiente tiene técnica y visión de juego, pero sufre cuando el equipo no lo acompaña en las transiciones.

Adrián Sánchez, por su parte, atraviesa un momento de inestabilidad. Alterna partidos en los que se convierte en un motor incansable con otros en los que su influencia se diluye como arena entre los dedos. En Córdoba se lo notó errático, sin claridad para distribuir y con poco peso en las segundas jugadas. En síntesis, el medio campo fue más una línea de paso que un motor de juego. Mientras tanto Nicolás Laméndola no pudo hacer la diferencia por su sector y no explotó su velocidad para quebrar a la defensa cordobesa.

Delantera sin respuestas

Arriba, la historia fue similar. Ramiro Ruiz Rodríguez y Leandro Díaz fueron sombras de sí mismos.

“RRR” no pudo explotar su velocidad porque casi nunca recibió con ventaja para atacar. Los pelotazos frontales lo obligaron a correr de espaldas al arco y en varios pasajes del partido se lo vio frustrado. Leandro, en cambio, quedó demasiado aislado. Retrocedió varios metros para tocar la pelota, en un movimiento que lo alejó aún más del área y lo convirtió en un espectador más del partido.

El ingreso de Mateo Bajamich aportó un leve cambio de ritmo, pero fue insuficiente. Entró con la intención de romper líneas, aunque la falta de compañía en los metros finales lo condenó a la intrascendencia.

La sensación general fue la de un ataque previsible, carente de sorpresa y de sincronía.

Centros sin destino

Otro dato que explica la sequía ofensiva es el abuso de los centros sin eficacia. Según la cuenta de “X” @DataAtleticoT, el “Decano” lanzó 28 centros ante Instituto en Alta Córdoba. Y solamente siete fueron correctos. Los otros 21 terminaron en los guantes de Roffo o en despejes de los defensores rivales.

Los laterales, piezas clave en el esquema de Pusineri, también tuvieron una tarde para el olvido. Damián Martínez y Miguel Brizuela apenas acertaron un envío sobre ocho intentos combinados.

Ese déficit técnico en el último toque refleja no sólo una ejecución deficiente, sino también la falta de referencia aérea. Ni Díaz ni Ruiz Rodríguez pudieron imponerse en el juego aéreo, y cuando los mediocampistas llegaron a posición de centro, no encontraron destinatarios claros dentro del área.

Un desafío urgente

La falta de eficacia no es nueva, pero preocupa por su persistencia. Atlético ya había mostrado síntomas similares en partidos anteriores: volumen de juego escaso, poca claridad en los metros finales y dependencia de alguna inspiración individual para romper el molde; algo que en Córdoba ni siquiera apareció.

De cara al partido frente a San Lorenzo por la fecha 12, el cuerpo técnico sabe que deberá encontrar soluciones lo más rápido posible. Pusineri necesita reactivar a sus futbolistas creativos, ajustar la coordinación entre volantes y delanteros, y recuperar el vértigo que alguna vez caracterizó al equipo (sobre todo cuando juega de local).

El fútbol no perdona la pasividad. Y si Atlético quiere mantenerse competitivo deberá volver a ser ese conjunto que presiona, combina y ataca con convicción. Porque los datos son claros: ocho remates, tres al arco y ninguna situación neta de gol en 90 minutos son cifras que condenan. Y porque en este torneo tan parejo, cada gol vale mucho más que tres puntos: vale confianza, identidad y futuro.

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