A 18 años del crimen de su esposa, Pablo Amín ya está en condiciones de salir de la cárcel para trabajar

Desde hace más de dos años que goza de salidas transitorias. Padecería una enfermedad muy grave.

Pablo Amín Pablo Amín

Pablo Amín cumple desde hace casi dos años el programa de salidas transitorias autorizadas por la Justicia. La novedad es que en los últimos meses se amplió el permiso que le otorgaron en 2023 para fortalecer sus vínculos familiares, según confirmaron fuentes judiciales. Ahora está en condiciones de acceder a un régimen de semilibertad con motivos laborales. El trámite está demorado, puesto que, aparentemente, el santiagueño padece de una enfermedad terminal.

En octubre de 2007, Amín, de 24 años, arribó a Tucumán con su pareja, María Marta Arias, para participar de un congreso de Herba Life. Aquel día, por la tarde, protagonizó una serie de incidentes en el microcentro y en la Catedral. Fue llevado a la sede de Patrulla Urbana y de ahí trasladado al hospital Padilla, donde le dieron el alta después de haberlo compensado. Esa noche, la pareja cenó con amigos y luego se dirigió a la habitación que ocupaba en un hotel ubicado al frente del parque 9 de Julio.

Horas después se desencadenó uno de los crímenes más cruentos de los últimos 25 años en nuestra provincia. Amín golpeó a Arias hasta matarla. Luego, con un bisturí, le extrajo los globos oculares. Fue descubierto cuando arrastraba el cuerpo por las escaleras. Allí fue aprehendido por la Policía. Luego de permanecer varios meses internado en el hospital Obarrio terminó en la cárcel. En diciembre de 2009 fue condenado a prisión perpetua al ser encontrado culpable del delito de homicidio agravado por ensañamiento. En ese momento no existía la figura de femicidio como agravante y no se reconocía el vínculo si es que no estaban legalmente casados.

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El santiagueño, por sus antecedentes, fue alojado en la unidad de máxima seguridad, el sector de la cárcel de Villa Urquiza que estaba reservado a los delincuentes más peligrosos de la provincia. El régimen de encierro era durísimo, puesto que casi no tenía contacto con los otros reos ni veía la luz del sol.

En la cárcel conoció a O.S. (su nombre se mantiene en reserva) que habría sido familiar de otro reo. La pareja terminó enamorándose y, después de haber tenido una hija, decidieron contraer matrimonio en el penal en diciembre de 2019.

Tal como estipulan las normas vigentes, en 2023 se cumplió el tiempo necesario para que el condenado pudiera solicitar las salidas transitorias. El trámite se inició en diciembre de 2022 y, después de casi seis meses de audiencias, la Justicia terminó dándole la razón.

Los defensores Mariela Mayer y Álvaro Zelarayán solicitaron los permisos por dos razones. Para que pudiera fortalecer sus vínculos familiares y, fundamentalmente, visitar a su hija. “Ella no quiere seguir haciéndolo en el penal porque no tolera más las requisas invasivas que debe sufrir cada vez que va a ver a su papá”, indicaron los profesionales en la audiencia donde solicitaron este beneficio.

Después de cinco meses, la jueza de Ejecución Ana María Iácono aceptó que Amín pudiera gozar de dos salidas por mes de tres horas cada una acompañado por tres custodios y con una pulsera para asegurar su seguimiento. El Ministerio Público Fiscal impugnó la resolución que se cumplió en cuatro oportunidades.

El juez Facundo Maggio rechazó el planteo del Ministerio Público y confirmó la sentencia de Iácono, pero le hizo algunas modificaciones. Ordenó que antes de que se concretara cada salida, profesionales de la salud deben comprobar si Amín está en condiciones de realizar la visita a su familia. También recomendó al personal que se encargará de custodiarlo que lo haga de civil para no generarle un daño a la pequeña.

El régimen que cumple Amin desde abril de 2023 es muy riguroso. El condenado es trasladado por un móvil del servicio penitenciario hasta su domicilio. Permanece el tiempo estipulado vigilado por un agente y luego regresa al penal de Villa Urquiza. No se moviliza por sus propios medios y, mucho menos, deambula por las calles.

En abril pasado, por su buena conducta y los informes favorables sobre su comportamiento, la Justicia accedió al planteo de ampliar los permisos. Pasó de dos a tres salidas mensuales y de tres a cinco horas cada una. “Se cumplen con todas las normas impuestas por el juez Maggio y hasta se le hacen controles de su salud mental antes de que abandone el penal y en su regreso. Nunca tuvo un informe favorable”, explicaron sus defensores.

Amín, según confiaron fuentes judiciales y sus allegados, ya está en condiciones de acceder a un régimen de semilibertad, es decir, puede abandonar el penal para trabajar y regresar una vez que termine con sus labores. En su entorno confirmaron que todavía no iniciaron el pedido formal hasta que no se sepa qué perspectiva de vida tiene, puesto que padece de una enfermedad terminal.

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