La relevancia de los debates electorales

13 Octubre 2025

En la Argentina los debates presidenciales están regulados por ley y se realizan desde 2019, pero no los hay en otras instancias nacionales ni provinciales. En las principales democracias  del mundo los  debates de candidatos son obligatorios y están incluidos en la  agenda electoral como  una parte fundamental del proceso de elección, conocimiento y difusión de los candidatos y sus ideas.

En 2019, tras la sanción de la Ley N° 27.337, se llevaron a cabo los primeros dos debates presidenciales obligatorios del país. Organizados en torno a ocho ejes temáticos, participaron en los debates los seis candidatos a Presidente de la Nación que superaron el piso del 1,5% establecido en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. La respuesta de la sociedad fue masiva en  cuanto a audiencia y organizaciones de todo  tipo que buscan fortalecer las democracias impulsan este tipo de iniciativas.

“Tener debates presidenciales obligatorios implica una mejora institucional en tanto influyen sobre el funcionamiento de la democracia, institucionalizando una práctica deliberativa que expone a los candidatos a proponer, discutir y rendir cuentas, pero también a la audiencia a utilizar la información para establecer posicionamientos”, expone el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) respecto de los debates.

En Estados Unidos, por ejemplo, los debates se convirtieron en una pata de la previa electoral muy esperada por los votantes para terminar de definir su sufragio y muy respetada por los candidatos, que entienden que es una responsabilidad cívica ser parte de ello.

En un estudio pos debate, el Cippec señala algunos efectos que dejó esa experiencia obligatoria. “Los resultados indican que la mayoría de las personas encuestadas valoran positivamente la experiencia del debate. Sin embargo, se observan diferencias en su valoración: consideraron al debate más útil para conocer la personalidad de los candidatos (76%), por sobre sus propuestas (68%) o los problemas que atraviesa el país (67%). Estas diferencias responden también a factores sociodemográficos: son los más jóvenes, entre 16 y 39 años, quienes valoran más dicha experiencia”, indica. También se observa un impacto en la intención de voto, pero este no es unidireccional. El 12,31% de los votantes en la muestra cambian de posición luego de ver los debates. “Los votantes más propensos a ser persuadidos por los debates incluyen votantes indecisos, quienes apoyan a terceras fuerzas y aquellos que muestran apoyos en momentos específicos a candidatos, por fuera de su base electoral (es decir que, a pesar de no votar a un candidato, acuerdan con partes específicas de su discurso). Sin embargo, al no darse este cambio en un movimiento unidireccional, el resultado total no beneficia ni perjudica a ningún candidato en particular y la intención de voto total de los encuestados permanece estable antes y después de ver los videos del debate”, explica. Más allá de esta iniciativa en la órbita nacional, ni en Tucumán ni en otras provincias existen legislaciones que establezcan los debates como instancias imprescindibles en el proceso electoral. No los hay ni para gobernadores ni para las instancias de parlamentarios nacionales, para ninguna de las dos cámaras.

Sería importante para la democracia que la realización y participación en los debates se vuelvan habituales y sean esperados por los representantes del pueblo y por sus representados como una forma de poder percibir con mayor claridad las ideas de unos y la decisión de otros.

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