¿Quiénes se oponen a escuchar? El debate de fondo no pasa por cuestiones personales del tipo Paz vs. Lobo Aragón, sino por una problemática de fondo que afecta a toda la sociedad. Estamos atravesados por una corriente que pretende erigirse como pensamiento único universal, proscribiendo todo lo que se aparte de sus postulados, incluyendo leyes de amordazamiento (desinformación) o que atentan contra la patria potestad de las familias, para imponer una reingeniería social contraria al orden natural. Sobran muestras a nivel mundial acerca de cómo evolucionan discusiones sobre infancias trans, con imposiciones que uno está en todo su derecho a considerar que son aberrantes, como la hormonización y mutilación de niños, incluso al margen de la voluntad de sus padres. Como expongo en mi carta de lectores, mi intención fue manifestar mi sorpresa por la defensa de posturas que entiendo son ajenas a la idiosincrasia de la mayoría de los tucumanos. Los argumentos mayoritarios del debate suscitados sorprendentemente giraron en torno a cuestiones naturales más que en creencias religiosas, a las que el Dr. Jorge Lobo Aragón sí planteó con alusiones traídas de los pelos. Iluminados que en todo momento pregonan por una Luz, no la cristiana precisamente, sino la de otra figura que fue expulsada del cielo (Luzbel), son los que promueven y pretenden imponer «aberraciones contra natura» como las tratadas en este tipo de eventos. Hacen referencia a supuestos y cuestionables argumentos científicos, biológicos o psicológicos que para nada gozan del consenso de las respectivas comunidades científicas como pretenden hacer creer. ¿A qué mayoría de profesionales se refieren? ¿A los pagados por las élites globalistas? No me anima negar derechos ni salud, sino falsos derechos y propuestas contrarias al orden natural que atentan contra la salud de los niños y sus vínculos familiares.
Santiago Paz-Brühl







