CONTROL Y OFICIO. La Selección Argentina se impuso 1-0 a Venezuela en Miami con gol de Giovani Lo Celso, en una noche marcada por las ausencias de Lionel Messi y Franco Mastantuono. ./X @Argentina
Los partidos sin grandes nombres dejan ver otras cosas, y la noche de la Selección Argentina en Miami fue así. Sin Lionel Messi, sin Franco Mastantuono y sin la sombra de lo previsible. Una cancha brillante, el aire pesado, denso del sur de Florida y un equipo que, aun en la distancia de su capitán, buscó afirmarse en el recuerdo de todo lo que ya construyó.
Antes del comienzo, el estadio guardó un minuto de silencio por la muerte de Miguel Ángel Russo. En ese instante se honró la memoria de un entrenador que atravesó generaciones y equipos. Leandro Paredes, capitán de Boca y dirigido por él hasta hace apenas unos días, mantuvo la mirada baja. Jugó en silencio toda la noche; se lo notó distinto, más serio, más contenido.
Alrededor de él, Lionel Scaloni movió las piezas: Marcos Senesi volvió después de la espera, Nicolás Paz se acomodó entre los mayores y Giovani Lo Celso regresó con su zurda intacta. Cristian “Cuti” Romero llevó la cinta de capitán ante la ausencia de Messi, mientras Nicolás Otamendi, su socio habitual en la defensa, miraba desde el banco.
Equipo en marcha
Argentina se adueñó del juego desde el inicio. A los cinco minutos, Lautaro Martínez tuvo la primera con un remate firme pero la estirada exacta de José Contreras, que empezaba a construir su propia noche, evitó el primero. Siete minutos más tarde, Lo Celso probó desde el borde y el guante del mismo arquero volvió a negarlo. Todo parecía detenido en un equilibrio caprichoso porque la pelota iba y el gol no llegaba.
Hasta que llegó. A los 31, “Gio” encontró un hueco, se perfiló, y su zurdazo viajó limpio, cruzando un umbral invisible. Fue gol, y también respiro. No hubo festejo desbordado, apenas un abrazo, de la mano del alivio que se siente cuando el destino, al fin, concede.
Pero hubo algo extraño en el ambiente miamense. Las tribunas del Hard Rock Stadium, que suelen estar teñidas de celeste y blanco cada vez que juega Argentina, estuvieron casi vacías. Apenas algunos grupos dispersos con sus banderas y bombos. En Miami, donde siempre sobra público, esta vez sobró silencio. Tal vez por la ausencia de Messi, tal vez porque el partido se jugó en un día muy caluroso, o simplemente porque no todos los viajes emocionales se repiten.
El orden y el riesgo
En el segundo tiempo, Scaloni rompió la lógica: sacó a Nicolás Tagliafico y mandó a Nicolás González como lateral izquierdo. Un delantero jugando de defensor. Una idea que en otro entrenador sería un error, pero en Scaloni parece una intuición antigua, nacida de mirar demasiado el juego. Después entró Giuliano Simeone por Paredes, para darle mas movimiento al equipo.
Venezuela respondió poco, pero Contreras siguió siendo protagonista. Lautaro intentó tres veces seguidas, tres veces lo encontró. Y cada atajada del arquero fue un recordatorio de que el fútbol es un diálogo entre el deseo y el límite.
Al final, entraron Rodrigo De Paul, Alexis Mac Allister y Leonardo Balerdi. El partido ya no pedía urgencias pero si sostener la forma y dejar que el reloj hiciera su trabajo. Argentina manejó el cierre con naturalidad, sin exagerar, sabiendo que a veces alcanza con hacerlo bien. Ganó 1-0, dejando la sensación de un grupo que todavía disfruta de estar junto.
Seguir soñando
Hay algo en esta Selección que se mantiene intacto, tienen una disciplina que no necesita rigidez y una confianza que no roza la soberbia. Scaloni habla poco y el equipo después lo traduce en la cancha con equilibrio, paciencia, una mezcla de trabajo y libertad que se repite incluso cuando cambian los nombres. Y esa continuidad, más que los resultados, explica por qué Argentina sigue jugando con una identidad reconocible en cualquier estadio del mundo.
De todas formas, algo quedó flotando. Este equipo, incluso sin Messi, sigue pareciendo consciente de lo que tiene y de lo que falta. En la calma de Miami se vio la insistencia de un grupo que, después de ganarlo todo, sigue buscando nuevas preguntas.






