El zaguero fue reconocido antes del triunfo ante Platense. @ATOficial
El sábado, mientras Atlético Tucumán le ganaba a Platense, Marcelo Ortiz vivía una jornada que le resumió la carrera entera: cien partidos con la camiseta del “Decano”, una victoria que acomoda al equipo entre los mejores ocho y una suspensión para el siguiente encuentro.
Ortiz, tranquilo, recibió el cuadro, saludó y jugó como siempre: serio, concentrado. “La cifra de los cien ya se había llegado al principio del torneo, pero se demoró un poco el homenaje nomás”, explicó. “Estoy contento, no es fácil estar en Primera, menos en un club del interior”, expresó.
El correntino llegó en 2019 y desde entonces se volvió parte del esqueleto de Atlético. No es el jugador que siempre sale en los resúmenes de goles, tampoco es el que busca titulares, nada de eso. Aun así, su presencia se nota mucho cuando no está. Firme en el uno contra uno, ordenado, con oficio. “Yo tengo contrato hasta diciembre nomás. Lo importante es terminarlo de la mejor manera y ojalá peleando el torneo. Queremos estar entre los ocho mejores”, afirmó.
La frase podría sonar rutinaria en boca de otro, pero Ortiz la dice porque conoce el recorrido. Vivió lesiones, suplencias, viajes eternos y una camiseta que defendió más de cien veces sin levantar la voz. Pero en el medio de todo eso, hubo algo que nunca cambió.
Primero, la familia
Hay una historia que lo acompaña siempre y la cuenta riéndose. “Un día mi hija se puso a llorar cuando llegaba a la cancha porque le explicamos que yo no iba a ser titular y ella vio que estaban entrando todos los chicos. No quiere entrar con nadie más, quiere entrar solo conmigo”, agregó.
La anécdota pinta a Ortiz de cuerpo entero. Un tipo de perfil bajo, pero con sentido de pertenencia. Sabe lo que representa Atlético en su vida y en la de los suyos. “En la familia uno asimila todo día a día, pero ellos no tienen el mismo reconocimiento que uno tiene dentro de la cancha. Por eso este homenaje también fue para ellos”, manifiesta.
Después de un primer semestre marcado por molestias físicas, Ortiz recuperó ritmo y continuidad. “La pretemporada me ayudó un montón. La hice completa, sin problemas físicos. Tuve una charla con el técnico, me dijo que si yo estaba bien, iba a tener la oportunidad. Y llegó. Traté de aprovecharla y mantenerla”, contó.
La confianza se nota en el campo. Sólido en el fondo, voz de mando en defensa y siempre con una calma contagiosa. “Siento que fui creciendo desde lo futbolístico, de menor a mayor. Me falta todavía, puedo estar mucho mejor”, reconoció.
Suerte que se gana
En un fútbol lleno de supersticiones, Ortiz lleva el 13 en la espalda. “Es mi número de nacimiento y me gusta. Decían que era de mala suerte, pero no tiene nada que ver. Cuando llegué, el ‘3’ estaba ocupado y me quedó el 13”, declaró. Lo usa sin vueltas, como juega: con convicción.
Con 15 puntos, Atlético se mantiene en zona de clasificación, pero sabe que no hay margen para relajarse. “Si llegamos a clasificar, tenemos muchas chances de jugar de visitante las llaves. Por eso es clave saldar esa deuda afuera. Nos quedan tres partidos como visitante, y sería muy bueno ganar alguno. Los dos primeros son equipos necesitados, hay que aprovechar eso y que juegue a nuestro favor”, analizó.
El defensor no esquiva el tema porque sabe que esa regularidad que lograron en casa todavía no se trasladó afuera del José Fierro. “Cometimos errores puntuales afuera que nos costaron puntos. Necesitamos ser más constantes y sostener el protagonismo también de visitante”, sentenció.
El sábado, la amarilla terminó siendo apenas una anécdota. Lo importante para él fue el reconocimiento y la victoria. Lo que sigue, como siempre, es trabajo.
El cuadro conmemorativo de los 100 partidos lo va a llevar a Corrientes, con su familia. “Allá va a quedar”, dijo. No suena a despedida, sino a punto y seguido. Ortiz no necesita frases llamativas. Le alcanza con seguir jugando, como siempre. (Producción periodística: Carlos Oardi)







