EN WASHINGTON. El ministro de Economía permanecerá en Estados Unidos hasta la cumbre Milei-Trump.
Durante casi toda la jornada, el dólar spot se mantuvo sobre la barrera que defiende el Gobierno de $ 1.430, pero, a último momento, cerró en $ 1.429,5. Según Bloomberg, defender este valor le habría costado al Tesoro, al menos, U$S 250 millones de sus depósitos. En este sentido, las reservas brutas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) cayeron U$S 426 millones. No obstante, el oro tocó máximos y, solo por este motivo, las reservas deberían haber subido U$S 37 millones, indica el reporte diario de Portfolio Personal Inversiones (PPI). Por ende, hay una caída de U$S 463 millones sin explicar que podría deberse a ventas de divisas del Tesoro, como también a variaciones de los encajes en dólares (no excluyentes).
La tranquilidad en los mercados derivada del apoyo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el secretario del Tesoro de ese país, Scott Bessent, duró poco. El dólar oficial volvió a colocarse en el techo de la banda cambiaria y los dólares financieros la perforaron. El Riesgo País volvió a consolidarse por encima de los 1.000 puntos y la incertidumbre va en crecimiento. Las autoridades económicas viajaron de urgencia a Estados Unidos para acelerar la ayuda prometida por Trump. El hecho de buscar un segundo salvataje a seis meses de haber firmado un acuerdo con el FMI demuestra la fragilidad de la situación económica argentina, plantea el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) que acota que el país necesita recuperar la credibilidad.
Se menciona que el ministro de Economía, Luis Caputo, y parte de su equipo seguirán negociando en Washington la ayuda a la Argentina y que su estadía se prolongaría hasta la cumbre entre Trump y el presidente, Javier Milei, prevista para el 14 en la Casa Blanca.
El titular del Palacio de Hacienda negocia un swap por U$S 20.000 millones, un crédito stand by y la compra de bonos argentinos en dólares.
Según Idesa, llama la atención que no se pueda superar la situación de crisis cuando se ha logrado equilibrar las cuentas públicas. “El gobierno revirtió rápidamente el enorme déficit fiscal heredado del anterior gobierno y rompió una larga tradición de crónicos desequilibrios. Nivelando ingresos con gastos se dejó de presionar la emisión monetaria y/o de acumular deuda pública. Sin embargo, aunque esté cerrado el grifo del déficit fiscal, todavía queda el desafío de administrar la deuda heredada”, expone la entidad.
La herencia
El actual Gobierno heredó una situación muy complicada por la acumulación de muchos déficits fiscales. Incluso cerrado el grifo fiscal la deuda del Tesoro siguió creciendo debido fundamentalmente a la absorción de las Leliq; es decir, los viejos pasivos del Central, señala el instituto que dirige el economista Jorge Colina. Estos pasivos también son consecuencia de la acumulación de déficits pasados que fueron financiados con emisión monetaria y que el BCRA tuvo que sacar de circulación, emitiendo Leliq, para no agravar la rampante inflación.
Idesa sostiene que el nivel de deuda pública de la Argentina equivale a 65% del PBI. No es alto comparado con otros países: Uruguay tiene un pasivo de 68% y Brasil de 76% del PBI y no están en crisis de deuda. El problema de Argentina es que ha perdido toda credibilidad en el mercado financiero internacional. “Esta falta de confianza en Argentina no es por su nivel de deuda, ni por dudas de la vocación del gobierno por honrar la deuda pública. El problema principal son los déficits de gestión política y técnica que hacen dudar que, más allá de su voluntad, el gobierno pueda sostener el equilibrio fiscal”, advierte Idesa en su reporte.
Según el instituto, la impericia se refleja en la incapacidad para bloquear proyectos de leyes de la oposición que atacan el equilibrio fiscal. Es decir, no sólo que no logra avanzar con las reformas estructurales que se necesitan para que la economía empiece a crecer y para consolidar el equilibrio fiscal, sino que las dudas se hicieron extensivas a la posibilidad de mantener el logro conseguido del equilibrio fiscal. Las demostraciones iracundas del presidente y su entorno con la irresponsabilidad fiscal de la oposición no revierten la falta de confianza. Se necesita menos exasperación y mejor gestión, finaliza.









