ORIGINAL DE NUESTRO DIARIO. Rubén Cruz, dibujado por Ricardo Heredia cuando editó su disco de tangos.
“En la constelación argentina de compositores, poetas e intérpretes de nuestra música de raíz, el nombre de Rubén Cruz es insoslayable. Y para conocer el mapa cultural tucumano, es indispensable”. Contundente, la definición de Juan Falú explica por qué la editorial universitaria (Edunt) apeló a la monumentalidad de un libro poco común en estos tiempos. Son 700 páginas -en amplio formato table book-, dedicadas a reunir la obra de Cruz por medio de su poética y de su música, ya que cada composición está acompañada de la correspondiente partitura. Una antología en toda la regla.
“Llevo casi 50 años creando canciones, y poder acunarlas en vida a todas juntas en un solo volumen es un milagro que viene de la mano de quienes supieron descubrir el valor de este legado puro y sin golpes bajos. Tiene como objetivo dejar testimonio de toda una vida de trabajo, para contribuir al sostenimiento de nuestra música y de nuestra poesía de raíz”, escribió Cruz en el prólogo.
VOLUMEN. Editado por Edunt, tiene 700 páginas. Del diseño se encargó Natalia Trouvé.
La presentación del volumen se realizará el martes próximo a las 20 en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265), a cargo de Dardo Solórzano y de Alejo Cruz -hijo del protagonista-. Claro que será una noche a puro folclore, ya que a las actuaciones de Adriana Tula, Francisco Santamarina, Francis Moreno, Carlos Marrodán y Lucía Breppe seguramente se agregarán algunas sorpresas.
Edunt dejó en manos de Natalia Trouvé el minucioso trabajo de diseño, maquetación y edición que requirió esta antología. Son 320 composiciones, sumando zambas, vidalas, andinos, gatos, chacareras, boleros, tangos y otros ritmos surgidos de la prolífica inspiración del taficeño Cruz, que abarca también las propuestas conceptuales “Canto popular de los oficios” y “Cristo de barro”.
Lenguaje musical
Como quedó dicho, todos los temas están traducidos al lenguaje musical, con partituras listas para poblar los atriles. Además, en muchos casos se agrega información de las grabaciones o del CD en el que pueden encontrarse las canciones.
“Cada provincia tiene sus juglares, sus mensajeros que son los responsables de asumir ese compromiso y esa misión intransferible. En Tucumán, descollante suelo de inspirados y memorables músicos y rapsodas, está con nosotros uno de ellos. Su nombre es Rubén Cruz, hombre de alma creativa, de visión preclara y estéticas únicas, fundador de dúos, de conjuntos vocales y, a la vez, excelente solista de nuestra música vernácula”. Así lo describió Néstor Soria, otra de las voces que acompañan la introducción, en una misión compartida con Carlos Marrodán, Hugo Francisco Rivella, Lucho Hoyos y Mauricio Martínez Zuccardi.
EN LA GACETA. Rubén Cruz y Néstor Soria, en una entrevista realizada en julio de 1988.
Una breve biografía recorre el camino artístico de Cruz, nacido en Tafí Viejo el 10 de julio de 1952 y educado en la escuela Próspero Mena y el Nacional San Martín, estudios que coronó con el título de contador público nacional en la UNT. El texto rescata al niño que a los 7 años cantaba folclore a dúo con su vecino Antonio Díaz, impulsado por el sueño de presentarse en “Fogoncito criollo”, aquel programa radial conducido por el “Turco” Abraham Cancha.
Desde los 20 años, cuando se hizo con su primera guitarra -comprada usada al cantor de tangos “Rengo” Sierra-, el devenir artístico de Cruz no se detuvo. Siempre hay un bautismo creativo, y en su caso fue musicalizando el poema de Osvaldo “Chichí” Costello “Coplas taficeñas”.
Como buena antología, el libro incluye datos relevantes, ilustrativos de la riqueza de la obra de Cruz: la discografía, los premios y distinciones recibidos y los libros que editó. También el listado de los músicos y de los poetas con los que trabajó, tan extensa y prestigiosa que sería injusto resumirla dejando nombres afuera. Y qué decir de los artistas que interpretaron e interpretan sus canciones, otro apartado que puede sintetizarse con la figura que lo encabeza: Mercedes Sosa.
“La música de Rubén Cruz, prístina, contundente y visceral, brota de un impulso melódico de ideas plásticas y frases precisas, memorables e incisivas”, escribió Mauricio Martínez Zuccardi. Ese lenguaje está sembrado por la impronta regional de Cruz, por sus recorridas y por sus amistades, y de allí que otro acierto de la antología sea la inclusión de un glosario. Es un minidiccionario que aporta conocimiento, ayuda a comprender mejor la lírica de Cruz y de sus coautores, y no deja de servir como valioso documento lingüístico que va del lunfardo al quechua, de la flora y la fauna a la historia, y mucho más.
El propio Cruz aportó las fotos y el arte de tapa de discos que complementan el amplio registro de esta antología, a la que le asigna un valor educativo. “Espero que estas canciones formen parte de bibliotecas en las escuelas, los colegios, las casas de estudio de música y letras, y sean material de estudio, para contribuir a que nuestra identidad siga vigente y este libro sea siempre un abrevadero de consultas”, consignó.
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¿Quién mejor que Lucho Hoyos para definirlo?
“Sé de un modo certero que esta antología encierra la proyección del trabajo y el desarrollo de toda una vida dedicada al empirismo, porque eso es el Rubén Cruz creativo. Un autor y compositor que se fue construyendo cotidianamente desde el esfuerzo y desde la mirada respetuosa a sus mayores, sabiendo que es una condición necesaria para arribar a un buen resultado.
Sé que muchos a eso lo llaman talento, pero a mí me encanta convencerme una vez más de que es elaboración ardua y apasionada.
Hoy, que transcurrió una vida plagada de reconocimientos y de concreciones, celebro su entrada al portal de ese lugar donde residen para disfrutar la eternidad todos los nobles artistas de nuestra tierra”.







