Por Julio María Sanguinetti
Argentina nunca deja de ser una perplejidad. Difícil entender que un país dotado de los recursos materiales que posee y la calidad de su gente, con figuras brillantes en todas las disciplinas del quehacer humano, nunca llegue a ese horizonte para el que parece predestinada. Las carencias en la política y la institucionalidad surgen como la respuesta a los misterios de que hablaba Samuelson, allá por los años ochenta, cuando decía que había países desarrollados, países subdesarrollados, la Argentina, que no se podía comprender como no era un país desarrollado así como Japón, a la inversa, con su tradicionalismo, era difícil explicar que lo fuera. El tema adquiere otro sesgo cuando se advierte que por esos mismos recursos humanos y materiales que la caracterizan, nunca termina de caer a donde se derrumbaría cualquier otro país en medio de ese agonismo crítico constante, que la mantiene psicológicamente al borde del precipicio. Por eso, genera engañosos espejismos, con catástrofes que parecían imposibles de recuperar y euforias redentoras a las que impensadamente se las lleva el viento.
Entender, analizarla, ponerla en contexto, advertir cuánto hay de propio y cuánto del mundo en cada tiempo histórico, qué ideas o influencias se van sustituyendo en el camino, es un ejercicio complejo aun para quienes, desde la cercanía, convivimos con Argentina. Tampoco lo es para sus propios ciudadanos, envueltos en esa peripecia cargada del dramatismo de un sube y baja angustioso. Sin embargo, de pronto nos encontramos con un Natalio Botana, maestro de maestros, que nos ofrece el milagro de sumergirse en los últimos cuarenta años y ofrecernos una tomografía computada, histórica y politológica. Él le llama “actualidad histórica” al análisis de estas cuatro décadas en que, desde la restauración democrática de 1983, ha pasado de todo, pero las instituciones, aun a trancas y barrancas, han logrado preservarse. La obra es más que su preciso relato histórico. Resulta un luminoso manual de orientación para ahondar en los conceptos que, expresa o subliminalmente, están en el debate diario: liberalismo, populismo, legitimidad republicana, crisis de valores, calidad de la educación pública, equilibrio económico y, por supuesto, la llevada y traída “decadencia” argentina.
*Prólogo de La experiencia democrática, de Natalio Botana.







