CONVOCATORIA. Decenas de vecinos del barrio El Paraíso se acercaron a despedir Maximiliano Enrique Acosta cuando se enteraron de su fallecimiento. La Gaceta / foto de Diego Aráoz
Luego de varios días de confusión e irregularidades que llevaron a que una familia velara erróneamente a su ser querido en un domicilio de Villa Carmela, las autoridades lograron identificar al joven fallecido y entregarle los restos a su familia para despedirlo en un multitudinario sepelio que se realizó ayer en el barrio El Paraíso, en Delfín Gallo.
Las confusiones comenzaron en la madrugada del jueves 18. Alrededor de las 2, un joven se habría arrojado debajo de un camión que transportaba caña en las proximidades del llamado Puente Negro, ubicado en la ruta Alternativa que conduce a Alderetes. El fiscal Carlos Sale investigó el caso y le pidió a la Policía que intentara de identificar a la víctima, puesto que no cargaba ningún elemento que posibilitara su reconocimiento.
Horas después, una mujer, acompañada por su hermana, se presentó ante las autoridades para informar que podría tratarse de su hijo, D.V. Vieron el cuerpo y confirmaron sus sospechas. Ante esta situación y al haberse realizado todas las pericias, se ordenó la entrega del cadáver para que fuera inhumado.
Mientras los parientes velaban al muchacho en una vivienda de Villa Carmela, Yerba Buena, el supuesto joven fallecido irrumpió en el domicilio diciendo: “Estoy vivo, no soy ese que está en el cajón”.
La familia avisó a la Policía sobre lo sucedido. Sale ordenó entonces que el cuerpo del desconocido fuera trasladado a la Morgue y que se entrevistara al muchacho.
Según fuentes judiciales y policiales, el hombre indicó que estuvo en Alderetes drogándose con amigos. Señaló además que no mantuvo comunicación con sus familiares porque no tenía cómo hacerlo.
Sospecha y equivocación
Después de que LA GACETA publicara el caso, que tuvo repercusión nacional e internacional, una familia de Delfín Gallo pensó que podría tratarse de Maximiliano Enrique Acosta (28 años), que había sido denunciado como desaparecido el sábado.
“Fui hasta la comisaría de Delfín Gallo y, por orden de la fiscalía, me mandaron a la Morgue. Ahí esperé varias horas hasta que pasé. Los empleados del lugar me mostraron el cuerpo de una persona que no era mi hermano, por lo que regresé a casa”, sostuvo Hernán Luna, hermano del joven que murió en el accidente.
SEPELIO. El joven, que estaba desaparecido desde el jueves 18 de septiembre, fue sepultado en el cementerio de Cevil Pozo.
El hombre dijo que al poco tiempo de haber regresado, una tía le envió una foto que se había viralizado en las redes sociales del rostro del muchacho fallecido. “Me dijo que ese era mi hermano, le discutí que no porque era la persona que me habían mostrado. Ante la duda, partí hacia la comisaría de Alderetes para contar todo lo que estaba sucediendo”, agregó Luna en una entrevista con LA GACETA.
Según informaron fuentes judiciales en la dependencia policial le mostraron a Luna fotos oficiales de la víctima del hecho y lo identificó como su hermano. Un comisario explicó que le transmitieron la novedad a Sale y el fiscal descubrió que los empleados de la morgue judicial habían cometido el error de mostrarle otro cadáver. Voceros del Ministerio Público confirmaron que se inició una investigación para determinar cómo pudo haber sucedido esta situación.
“Está todo mal desde un comienzo hasta el fin. Primero, entregaron el cuerpo sin la debida identificación. Después, me hicieron ir dos veces a la morgue por culpa de ellos. Estuve horas esperando hasta que finalmente pude identificarlo. ¿Saben todo lo que significa?”, preguntó el hermano de la víctima del accidente. “No sólo por lo que pasé, sino por todo lo que sufrió la familia mientras esperaba novedades. Esto no puede quedar así”, concluyó.
Último adiós
Después de varias horas de trámite, finalmente pudieron despedirse de Maximiliano. La noticia conmocionó a los vecinos del barrio El Paraíso y rápidamente se corrió la voz entre los habitantes. Ayer, desde las 9, la casa de Marta Luna, madre del joven, recibió a decenas de amigos y allegados que se acercaron a darle el pésame a la familia.
“¡No podemos creer lo que pasó! Es terrible lo que tuvieron que vivir y la forma en la que terminó todo”, se lamentó Mariela. Los vecinos contaron que “Maxi” vivió en el barrio toda su vida junto a su madre y sus hermanos Nina y Hernán. “Era querido por todos, jamás le hizo mal a nadie”, dijo Esteban.
“En el último tiempo iba y volvía debido a su adicción. Frecuentaba mucho los barrios vecinos. Todos queríamos ayudarlo, darle una mano. Cada vez que podíamos le dábamos trabajo, ya sea para que limpie casas o algunas changuitas, para que dejara las drogas. Cuando lo veíamos deambulando lo invitábamos a pasar, le cocinábamos y le dábamos comida para que se llevara”, contó Fátima.
La mujer dijo que la última vez que vio al joven fue el miércoles de la semana pasada. “Esa mañana andaba paseando por la calle y se acercó a un señor que también le daba trabajo. Le dio la mano y le dijo: ‘hoy voy a dejar las cosas malas’. Después lo abrazó y se fue; es como si se hubiera despedido”, señaló.
Minutos después de las 15.30, llegó a la vivienda familiar un hombre con una guitarra colgada sobre su hombro. Atravesó la fila de presentes e ingresó al interior del inmueble. Allí entonó los acordes de su instrumento y acompañado por un coro de voces entrecortadas por el llanto empezaron a cantar para darle el último adiós a Maximiliano.
“Quiero cantar a tu Nombre con todo mi corazón; y servir a tu Evangelio con amor; humildemente pueda anunciarte; Mi Salvador, mi Salvador”, fueron los últimos versos que rezaron los seres queridos del joven antes de que los hombres del servicio de sepelios pasaran a retirar el ataúd.
Alrededor de las 16, las calles de Delfín Gallo fueron copadas por un convocante cortejo fúnebre que se dirigía hacia el cementerio de Cevil Pozo, donde fueron alojados los restos de Acosta.
Tres métodos: cómo se identifican los cuerpos en Tucumán
Son tres los sistemas de identificación de cuerpos que se utilizan en nuestra provincia. El primero y más efectivo es el de identificación por parte de un pariente o un allegado. Los sistemas de reconocimiento por huellas dactilares y comparaciones de muestras genéticas son otros métodos probados a nivel mundial, pero en Tucumán, como en gran parte del resto del país, tiene varias fallas.
La comparación de huellas no es segura porque en Tucumán no tiene los datos de todos sus habitantes, sólo los que tramitaron la cédula de identidad o aquellas personas con antecedentes. El fiscal Carlos Sale también explicó que hay un importante número de personas que son indocumentadas, por lo que la información del Registro Nacional de las Personas (Renaper) también es incompleta.
La identificación genética también tiene sus complicaciones. Primero hay que contar con una muestra para comparar los datos que se extraen de la persona fallecida que está como NN. “Los resultados de esta pericia tardan al menos un mes desde que se le extrae el material genético del pariente de la persona que se busca identificar”, indicó el investigador.
Fuentes policiales indicaron que el mayor problema se presenta con las personas que viven en situación de calle. Al pasar meses sin tener contacto con sus parientes, muchas veces ni se enteran que perdieron la vida. Además, la mayoría de ellos son indocumentados.
“El método más efectivo es el de reconocimiento de personas. Si no es irreconocible, es ilógico decirle a una familia que espere 30 días hasta tanto se sepan los resultados genéticos”, finalizó Sale.







