Polémica por las drogas “para bajar de peso”: una especialista advierte sobre los riesgos y efectos
En los últimos meses, la discusión en torno al uso de fármacos para perder peso se instaló con fuerza en Argentina. La irrupción de copias “truchas” de medicamentos originalmente desarrollados para tratar la diabetes encendió la alerta entre profesionales de la salud. La doctora Silvina Santoro (MN 118563), endocrinóloga e integrante de la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo, explicó este lunes a LA GACETA que si bien existen fármacos aprobados y seguros para determinados casos de sobrepeso y obesidad, en el mercado comenzaron a circular versiones apócrifas, incluso en formato de gotas, lo cual es completamente irregular.
“Son copias de medicamentos que originalmente se aplican de forma subcutánea, inyectable. Estas alternativas orales no tienen control, se desconoce su composición y suponen los riesgos propios de la automedicación”, advirtió.
Los medicamentos que hoy se utilizan para el manejo del peso fueron inicialmente diseñados para la diabetes tipo 2. En esos pacientes se observó una mejora significativa en la reducción de grasa corporal y riesgos asociados, lo que llevó a su aprobación para personas con sobrepeso más enfermedades asociadas (como hipertensión o prediabetes) y para quienes viven con obesidad.
El problema surge cuando se los presenta como una solución estética rápida. “Estos fármacos no son mágicos. Ayudan a mejorar el vínculo con la comida, la saciedad y el riesgo cardiovascular, pero siempre deben acompañarse de cambios en la alimentación, la actividad física, el manejo del estrés y el descanso”, subrayó Santoro.
Riesgos de las versiones ilegales
Consultada sobre los medicamentos falsos que circulan, la especialista fue categórica. “No se sabe a ciencia cierta qué contienen. En el pasado, drogas por vía oral para bajar de peso contenían sustancias peligrosas como anfetaminas. Dejaron huellas muy negativas: graves riesgos para la salud y rebotes de peso significativos”.
Además, Santoro alertó sobre el contexto actual de “hipersuplementación”. “Muchos pacientes llegan a la consulta con frascos de productos comprados en redes sociales. Se esconden sustancias bajo fórmulas supuestamente naturales. Y lo peor es que la gente desconfía de medicamentos regulados y probados, pero consume suplementos sin ningún control”.
Más allá de lo estético
La endocrinóloga insistió en que la obesidad no puede ser entendida como un tema de voluntad individual. “Siete de cada diez personas viven con sobrepeso u obesidad en el país. No es que todos perdieron la voluntad al mismo tiempo. Hay factores genéticos y un entorno que promueve el aumento de peso: sedentarismo, estrés, horarios laborales extensos y alimentos ultraprocesados más accesibles que los nutritivos”.
Por eso, los tratamientos médicos aprobados buscan mejorar la salud y la calidad de vida, más allá de la apariencia física. “Lo fundamental es no automedicarse. El tratamiento debe estar siempre acompañado por un profesional que evalúe la historia clínica y los riesgos. La obesidad es una enfermedad compleja y requiere un abordaje integral, no soluciones rápidas ni peligrosas”.







