A MEJORAR. El plantel "santo" se entrena pensando en la primera "final": el domingo contra Atlanta en La Ciudadela Prensa CASM
San Martín navega por un mar agitado. A cuatro fechas del final de la etapa regular del torneo (12 puntos en juego), el horizonte que parecía despejado hace un par de meses atrás se transformó en una serie de islotes y de corrientes traicioneras.
Deportivo Madryn, con su victoria del domingo sobre Los Andes, le sacó nueve unidades de ventaja, y el sueño de pelear la final por el primer ascenso quedó relegado a un susurro de nostalgia. Hoy, el “Santo” se encuentra en la sexta posición de la zona A con 44 puntos, empatado en unidades con Gimnasia y Tiro y Tristán Suárez, pero rezagado por la diferencia de gol. El margen de error se ha estrechado, y cada encuentro se ha convertido en un cruce de alta tensión, en los que la precisión y la convicción marcarán la línea entre la esperanza y la frustración.
El calendario que resta se parece a un camino montañoso; exigente, con curvas peligrosas y trechos en los que cualquier resbalón puede ser fatal. Primero será Atlanta, el escolta del torneo con 51 puntos, quien visitará La Ciudadela el domingo. Un rival que acecha y exige concentración absoluta, donde la táctica y la actitud deberán conjugarse para no ceder terreno. Cada balón será una llave que podría abrir la puerta del Reducido o cerrarla de golpe.
Luego, la ruta lleva a Córdoba, donde Racing, con 38 puntos, espera como un rival que se aferra a la vida. No parece un escollo insalvable, pero la urgencia puede jugarle en contra al “Santo”. Ganar allí no será solo sumar puntos; sino también respirar, confirmar que la ilusión sigue viva y que el tren hacia el segundo ascenso aún transita por la vía correcta. De regreso a La Ciudadela, Quilmes, con 35 puntos y casi afuera de toda lucha, puede parecer un trámite, aunque en el fútbol nada se regala. El cierre ante San Miguel, uno de los equipos más sólidos de la segunda rueda, será el último examen, un duelo donde la precisión emocional y colectiva definirá si San Martín entra al Reducido con autoridad o simplemente por inercia.
Mariano Campodónico lo sabe. Su equipo, que hace pocas semanas se movía como un reloj afinado, hoy parece un barco sin brújula. La desorganización y la caída anímica tras el primer golpe se han vuelto un enemigo silencioso. “Depende de mí como entrenador encontrar el equipo y que vuelvan a sentirse importantes como hace ocho o nueve partidos atrás, cuando estaban punteros”, admitió el DT, consciente de que el liderazgo no sólo se mide en goles, sino en la capacidad de encender la confianza en cada jugador.
Asegurar su lugar en el Reducido es el gran objetivo que se trazó el plantel de San Martín
El objetivo inmediato es claro: asegurar la clasificación al Reducido, pero no de cualquier manera. San Martín necesita terminar, al menos, cuarto. Esa posición le daría ventaja estratégica porque podría jugar la primera fase (a partido único) en casa, con la posibilidad de avanzar incluso con un empate. Además, cada lugar ganado en la tabla será una moneda de cambio en los cruces ida y vuelta hasta una hipotética final. La lógica del torneo no perdona y la ubicación lo es todo.
Para Nahuel Cainelli el mensaje es simple pero profundo. “Lo importante, una vez que clasifiquemos, es llegar de la mejor manera a los cruces o lo que nos toque jugar”, dijo. La frase resuena como un eco en los vestuarios y en el corazón de los jugadores: no basta con clasificar, hay que hacerlo fuertes, concentrados, como un río que no se detiene ante las piedras.
San Martín está en la encrucijada. Cada entrenamiento, cada charla táctica, cada partido, será un paso sobre un alambre en el que la coordinación, la inteligencia y la actitud deberán superar el vértigo de los últimos encuentros. La gloria no se mide únicamente en goles, sino también en la recuperación del orden, en la fe que recorre las piernas y los pulmones de un equipo que quiere volver a sentirse grande.
El camino no será fácil. Habrá golpes, errores, dudas y el inevitable peso de las cuentas que no cierran. Pero también habrá momentos para la esperanza, para el orgullo, para sentir que cada grito de gol y cada atajada se suman al relato de una temporada que aún puede tener un buen final. San Martín tiene ante sí la última oportunidad; sólo resta que encuentre la brújula que lo guíe hacia la luz.






