NO BAJA LOS BRAZOS. Campodónico sabe que la misión de luchar por el ascenso se puso difícil, pero quiere que sus jugadores den lucha hasta el final. Prensa CASM
San Martín carga con las heridas frescas de una derrota que todavía resuena en La Ciudadela. El 0-3 frente a Arsenal no fue apenas una derrota; fue un espejo roto que devolvió una imagen distorsionada de un equipo que, hasta hace pocos días soñaba con quedar a tres puntos de la cima. Hoy, en cambio, la realidad es más áspera: restan apenas 15 unidades en juego, el líder Deportivo Madryn se escapa a seis de distancia y, por debajo, Los Andes acecha a siete, como un lobo que amenaza con dejar al “Santo” fuera del Reducido que definirá el segundo boleto a la máxima categoría. En ese filo angosto entre la ilusión y el abismo, el “Santo” necesita reconstruir su identidad y demostrar que todavía tiene con qué pelear.
El duelo contra Colegiales en Munro más que un partido se parece a una encrucijada; un camino en el que la confianza perdida debe reencontrarse porque si no el torneo puede llegar a convertirse en un laberinto sin salida. Quedan cinco estaciones y el tren de la Primera Nacional no espera a nadie, por eso San Martín ya no tiene margen para tropezar. Debe sumar, debe ganar, pero sobre todo debe volver a creer en sí mismo.
Mariano Campodónico lo sabe. En su voz se mezcla la autocrítica con la determinación de quien entiende que el futuro se juega en estos 90 minutos. “Estamos tratando de recuperar a los chicos lo más rápido posible, tanto en lo físico como en lo mental. Fue un golpe duro que no esperábamos. Veníamos de buenos rendimientos contra Deportivo Maipú y All Boys, pero después del primer gol de Arsenal el equipo sintió el impacto y nos costó mucho. Como entrenador, asumo la responsabilidad”, dijo el DT.
El golpe del último domingo no fue solo en la red. El mazazo se hizo sentir en la confianza del grupo. Cada vez que San Martín recibe un gol, le cuesta levantarse, como un boxeador que escucha la cuenta del árbitro y duda de si podrá volver a ponerse en pie. Y Campodónico reconoce ese patrón. “Cuando nos convierten, nos cuesta en lo anímico y en la confianza. Estamos trabajando en eso”, advirtió.
La implacable tabla de posiciones marca los límites de la esperanza. En La Ciudadela insisten en que su objetivo es el primer ascenso, pero la matemática dice que el cuidado más urgente es otro: proteger su lugar en el Reducido que definirá el segundo boleto a la máxima categoría. La brecha con Los Andes, el primer equipo que hoy por hoy está afuera de la zona de clasificación, es apenas un hilo fragil. Una distracción o un paso en falso podría hacer que el “Santo” pase de ilusionarse con el ascenso directo a ver cómo se le escurre también la segunda oportunidad.
Campodónico, sin embargo, prefiere mirar hacia arriba: “Mientras los números nos den, vamos a ilusionarnos con alcanzar a Madryn. Va a ser un partido durísimo, en una cancha chica, contra un rival fuerte atrás, que juega de contra y aprovecha mucho la pelota parada”, lanzó.
Por eso el duelo contra Colegiales no admite tibiezas. Es una de esas finales sin medalla en la que el único premio es seguir vivo en la carrera. La cancha, pequeña y áspera, será un terreno en el que cada pelota dividida pesará como una losa. Colegiales no se entrega; defiende bajo, lanza largo a su centrodelantero y apuesta a la segunda jugada. Eso es lo que San Martín deberá cortar. Claro, también aprender a lastimar con sus propias armas.
“Principalmente lo táctico. Será un partido de cabeza, de recuperarnos de este golpe. Los chicos también están afectados, pero ya cambiamos el chip y confiamos en que el viernes nos saldrá bien”, aseguró el DT, dejando en claro el desafío emocional.
El calendario juega su propia partida. Quedan apenas cinco fechas, y cada una será una moneda al aire que puede definir toda la temporada. “El tiempo es tirano”, admitió Campodónico, que lleva poco más de un mes al frente del plantel. La idea de presionar alto o de jugar mano a mano en toda la cancha, exige un desgaste físico mayor que por ahora no da sus frutos. El reloj aprieta y ya no hay espacio para esperar evoluciones lentas. “Los chicos tienen bronca y quieren revancha rápido”, dijo el entrenador. Ese deseo, transformado en energía, puede ser la chispa que el equipo necesita para volver a creer.
Campodónico es consciente de que nada puede quedar librado al azar
En Tucumán, los hinchas encienden velas y elevan sus rezos. Pero Campodónico prefiere no mirar al cielo, sino también hacer algo para colaborar en la causa. “Pasa por nosotros; confío en este grupo y confío en el trabajo. Los jugadores van a dejar la vida para darle una alegría a la gente”, remató.
El fútbol ofrece giros inesperados y Campodónico levanta su dedo índice para para hacerlo notar. Con Belgrano de Córdoba le tocó ascender después de haber terminado la primera rueda en el último lugar. Historias que parecen imposibles, pero que existen para recordarle al hincha que nada está escrito.
En Bolívar y Pellegrini saben que tienen la obligación de demostrar en la cancha sus ganas de ir por todo. Contra Colegiales no sólo se jugará tres puntos; también la confianza, el respeto propio y la posibilidad de que el sueño de ascenso siga respirando. Porque cuando el margen es tan estrecho, cada partido es la historia completa.






