Marcelo Ortiz, el caudillo "decano" que ya supo cazar al "Lobo" en La Plata

El defensor se convirtió en una de las piezas claves de Lucas Pusineri en el torneo Clausura; en su historial, ya cuenta con dos goles a Gimnasia de La Plata con la camiseta de Atlético Tucumán.

Marcelo Ortiz se convirtió en una de las piezas claves de la defensa del Decano. Marcelo Ortiz se convirtió en una de las piezas claves de la defensa del "Decano". Benjamín Papaterra/LA GACETA.
31 Agosto 2025

Marcelo Ortiz sabe que los defensores no suelen aparecer en las portadas por sus goles. Su misión, casi siempre silenciosa, es sostener al equipo desde atrás. Dar seguridad, ordenar y corregir. Sin embargo, hay rivales a los que supo lastimar con algo más que su firmeza defensiva. Gimnasia de La Plata, el próximo rival de Atlético, lo conoce bien: ya lo padeció dos veces, en momentos distintos y con contextos opuestos. Y hoy volverá a enfrentarlo, aunque esta vez en una versión mucho más consolidada, con la cinta invisible de caudillo y la confianza plena de Lucas Pusineri.

Primer grito

El primero de esos tantos llegó en enero de 2021, todavía en tiempos de tribunas vacías y protocolos estrictos. “Tuve la suerte de marcar contra Gimnasia allá”, recuerda Ortiz, con ese tono entre tímido y orgulloso que suelen tener los defensores cuando hablan de goles. No fue un festejo multitudinario, ni hubo abrazos desbordados para celebrar aquel 1-0 en el “Bosque”. Pero en medio de aquel fútbol extraño, Ortiz encontró un espacio en el área rival y escribió una de esas páginas inesperadas que los hinchas guardan en la memoria.

Era un Atlético que todavía buscaba identidad y resultados en un torneo irregular, pero el grito del correntino tuvo un sabor especial. Para él, significó algo más que una estadística: fue una forma de recordarse que también podía aportar en ofensiva, que su nombre no estaba condenado solo a los cortes y las coberturas.

Segunda daga

La segunda vez fue más contundente. En abril de 2022, con público en las tribunas y el José Fierro latiendo como en sus mejores noches, Ortiz volvió a lastimar al “Lobo”. Ese gol, en casa, tuvo otra carga emocional. “Sí, tuve la suerte de marcar también acá, en Tucumán. Uno siempre busca aportar su granito de arena desde la parte ofensiva, aunque lo nuestro pasa por mantener el arco en cero”, dice, priorizando el orden colectivo por sobre cualquier recuerdo personal. Ese partido, sin embargo, terminó 2-1 a favor de los platenses.

El hincha lo celebró con fuerza, como suele ocurrir cuando un defensor se da el gusto de convertir. Y ese tanto sirvió para reforzar un vínculo que hoy lo tiene en un lugar distinto: el de estandarte, el de voz autorizada dentro de la cancha y el vestuario.

Un caudillo

“Después de una victoria la semana es mucho mejor”, reflexiona Ortiz tras el 3-0 frente a Talleres. Esa frase simple encierra lo que se respira hoy en Atlético: un plantel que entendió que la regularidad no se consigue de la noche a la mañana, sino con pequeñas correcciones sobre los errores pasados.

El correntino es uno de los símbolos de esa madurez. Pusineri lo eligió para liderar desde atrás y su rendimiento lo respaldó. Contra Talleres, el “Decano” no solo goleó: también mantuvo el arco en cero, algo que para Ortiz vale tanto como un gol. “Para nosotros es mucho más que importante”, repite, consciente de que la seguridad defensiva es el primer ladrillo de cualquier ilusión.

El desafío

Ahora toca Gimnasia, otra vez. Y Ortiz ya imagina el escenario: una cancha chica, un rival necesitado y un partido que se puede estirar como un elástico hasta romperse en los detalles. “Intuyo que ellos van a querer tomar el protagonismo y tratar de sacar diferencia de entrada. Nosotros tenemos que mantener el orden, hacer un partido largo y aprovechar los espacios que pueden dejar en la desesperación”, analiza, con la tranquilidad de quien ya jugó mil batallas en ese estilo.

El defensor sabe que la clave estará en la concentración. Lo vivieron en carne propia contra Newell’s y Sarmiento, partidos en los que arrancaron dormidos y lo pagaron caro. “Lo hablamos y lo trabajamos. Contra Talleres fue al revés: nosotros marcamos la diferencia desde el principio en los dos tiempos. Eso es lo que hay que mantener, que es lo más difícil”, asegura.

La paciencia

Ortiz también rescata lo que dejó el semestre pasado, cuando la desesperación por ganar rápido terminó costando caro. “Aprendimos que cuando no se puede ganar, no hay que perderlo. Antes entrábamos queriendo resolver todo desde el primer minuto y perdimos más de lo que ganamos. Hoy tratamos de hacer un partido largo, que el rival se equivoque y ahí aprovechar lo nuestro”.

Ese aprendizaje lo pone de frente a un presente más sólido. Atlético ya no es aquel equipo desordenado y frágil; es un conjunto que entendió que en la paridad del fútbol argentino, los detalles mandan. Y Ortiz, con su voz serena, es uno de los encargados de recordarlo.

A sorprender

Aunque él mismo lo relativice, los goles a Gimnasia se transformaron en un sello en su carrera en el “Decano”. No es un delantero, no es un mediocampista ofensivo. Es un central que, de vez en cuando, aparece en el área rival para dejar un recuerdo imborrable. Y ahora, en la previa de otro cruce con el “Lobo”, la historia se escribe sola: el defensor que ya supo lastimar, el caudillo que encontró su lugar y el equipo que necesita seguir sumando para consolidarse.

Ortiz no promete nada. Habla de orden, de paciencia, de concentración. Pero sabe que, en algún rincón de la memoria, los hinchas ya guardan la ilusión de un nuevo grito inesperado. Y si vuelve a ser contra Gimnasia, mucho mejor.

(Producción periodística: Carlos Oardi)

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